Hoy es el cumpleaños de mi padre y por ello os invito al Groucho Marx escritor (Estados Unidos 1890-1977 ). Es, por tanto, una invitación a la impertinencia de lo mordaz y a la desfachatez necesaria para mirar la vida desde su verborrea cáustica.
Antes de adentrarnos en el libro “Memorias de un amante sarnoso”, deseo recordar con vosotros algunas de sus frases más célebres, lo hago por puro placer, por el placer de sentir los pensamientos de Groucho.
"No deseo pertenecer a ningún club que acepte como socio a alguien como yo". Una de las frases que más me fascina de él. Porque cierto es que en ella hasta el propio Kant se hubiera puesto a pensar si dice lo que aparenta decir o aparenta decir lo que no dice.
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Con certeza sé que era un hombre comprometido.
“Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien”. Era, sin duda, un romántico, un tímido y por ello conocer “muy bien” a las personas no le interesaba. Tenía razones de peso.
“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…” Un nostálgico empedernido que sabe que las “pequeñas cosas” también tienen un precio por muy pequeñas que sean y que, naturalmente, ser pobre es una manera noble de sublimarlas.
“¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?” Es un cogito ergo sum que Descartes hubiera suscrito.
“Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”. Con esta frase comprendo el sentido repulsivo que produce en mí la televisión. ¡Y como lo dijo Groucho Marx me siento reconfortada!.
No hablaré aquí de su faceta de actor, aunque continúo viendo sus películas y me siguen divirtiendo. Sin embargo, la invitación era a un libro: “Memorias de un amante sarnoso” (publicado en 1963). En él no contento con relatarnos algunas de sus aventuras galantes —condenadas eternamente al fracaso—, Groucho se lanza a una hilarante historia universal del amor, o mejor dicho del sexo, «esa gloriosa experiencia que la madre naturaleza improvisó con el fin de mantenernos en pie y, de vez en cuando, acostados».
Nadie más desvergonzado ni sarcástico para hablar del amor que Groucho, «amante sarnoso», como él mismo se califica, no sólo por su obsesión por las mujeres, sino sobre todo por su desfachatez. Aunque estas memorias no revelen ningún gran escándalo erótico -por desgracia, pues, como él dice, le habría asegurado las ventas-, ni recetas infalibles para la conquista amorosa, si proporcionan al lector en cada página una plenitud cómplice.
Espero que con esta invitación disfrutéis del primer vocabulario del hombre: la sonrisa.
Las " Memorias de un amante sarnoso" nos deja posados en un tiempo universal, repleto de anécdotas y reflexiones en donde la risa y la inteligencia componen la constelación de la buena literatura.
El título: Sé muy bien que el título de este libro es engañoso…
La dedicatoria es toda una revelación:
Este libro fue escrito durante las prolongadas horas que pasé aguardando a que mi esposa acabara de vestirse para salir. En este sentido, si nunca se hubiera puesto nada encima, jamás se habría escrito este libro.
Acerca de la primera parte:
L’ amour la gran diversión
En el Capítulo primero : ¡Viva la diferencia! advierte que no puede decir “los dos sexos”, porque actualmente existen tantas variedades que, si alguien dice “los dos sexos” se expone a que sus amigos lo consideren como a un ser caduco y anacrónico preguntándole en que caverna habrá residido en las últimas tres décadas.
Epílogo desde mi mecedora nos trasporta a su genialidad destructiva.
El final: Una nota sobre el autor escrita por Groucho Marx.
Escribir una autobiografía de Groucho Marx sería tan absurdo como leer una autobiografía de Groucho Marx. Resulta tan imposible de pasarlo al papel como sacar a Lawrence de Arabia, vestido con su albornoz y su turbante, de las ardientes arenas del Oriente Medio y ponerlo en simples letras de molde.
Por increíble que pueda parecer, estos dos personajes tienen mucho en común. Ambos poseen un poderoso carácter místico. Lawrence era meláncolico y caviloso, taciturno y reticente. Groucho tiene unos ojos penetrantes y anda de un modo un tanto desgarbado. Los dos, en menos tiempo del que cuesta decirlo, han cautivado la imaginación de millones de fanáticos seguidores…
A esta clase de hombres hay que concederles una pausa...