miércoles, 19 de agosto de 2015

PALABRAS DE AMOR de José Antonio Marina


Es tan propicio el estío al amor que no podía dejar de invitaros a una obra repleta de sentimiento amoroso. ¿Quién no ha tenido un amor tan radiante y efímero como el azul del mar? Guardad silencio, se trata de una pregunta retórica. 

Por otro lado, siempre me han gustado las cartas, las he escrito y las he recibido. Aún las escribo y aún las recibo. ¡No está nada mal para estar en la época de Internet! ¡Todo un logro! Es como una reivindicación. Sí, eso es. Le echo un pulso a lo inmediato, a lo concreto, a lo virtual. Y me siento tan complacida como el soldado que regresa a casa después de la batalla. Las cartas son, al menos para mí, una forma exclusiva donde hallo el reposo de los azares inciertos. Y en donde la espera, conforma una suerte de ilusiones en verso. 

Conservo las cartas de mis abuelos y las de mis bisabuelos y he de confesar que, faltando a una norma elemental de educación -dado que la correspondencia de los otros nunca se debe abrir-, las he leído y las releo, con pudor, pero las leo, porque me enseñan a manejar mis sentimientos. No tengo la menor idea de si, finalmente, los manejo pero leerlas me procura un sublime efecto placebo. Un día de estos tendré que deshacerme de algo tan íntimo… Lo sé. Bueno, ya lo pensaré mañana. 

 Hoy os invito a más de 1000 cartas de amor que, magistralmente, José Antonio Marina ha rescatado, desde todos los siglos, para nuestro deleite y conocimiento de esta algarabía que es el sentimiento amoroso, sin el cual no queremos vivir. ¡Antes morir de amor que de vacuidad! Pero no es tan sencillo. Nos dice el propio autor:

 "Es fácil la unificación emocional, es decir, que dos personas en un momento determinado, sientan unánime el mismo sentimiento: alegría, dolor, placer, entusiasmo, amor. Lo que es difícil es unificar dos vidas, dos caracteres, dos proyectos distintos e independientes hasta ese momento (...)". 

Y es que el amor, también va con los tiempos y las modas de cada tiempo. Ya sé que tal afirmación es poco poética. Si bien, el estudio de Marina lo demuestra sin ambages. Hemos de admitir que los seres humanos somos escasamente originales y esta herida narcisista hace que busquemos el amor como enajenados, de amor en amor, y sin demasiado éxito a pesar del esfuerzo de los amantes por “mantener la llama imposible”, a la que aludía Aleixandre. 

Siempre cabe la posibilidad de ser la excepción. Excepciones hubo, hay y habrá. El resto es una estrella que se balancea entre el amor estable-consolidado y el amor pasión. 

Algunos, sin embargo, saborearon ese deleite caprichoso y excepcional, casi divino, que se amalgama entre eros y filia… ¡Quien lo probó lo sabe! 

 André Gorz comienza así su carta a Dorine:

 “Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella y deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca (…) Necesito reconstruir la historia de nuestro amor para captar todo su sentido. Gracias a ella, somos lo que somos, uno por el otro y uno para el otro (…) Te escribo para comprender lo que he vivido, lo que hemos vivido juntos (…)” 

¡Va por ellos! 


LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 

 “El territorio del amor es vasto, selvático y frondoso. Se llega hasta él de forma inopinada y resulta muy difícil no extraviarse en sus laberintos y vericuetos. En un momento dado, dos personas se sienten atraídas una por la otra y entre ambas surge una comunión de emociones. Ambos se necesitan y de pronto no se ven capaces de vivir uno sin el otro. 

Esa fuerza inicial, esa pasión desbordante, no necesariamente proporciona la energía que sería precisa para unificar dos proyectos de vida diferentes hasta entonces, dos modos de mirar la vida, dos formas distintas de ser. Mantener la llama del amor a lo largo del tiempo es lo complicado. José Antonio Marina ha analizado más de mil cartas de amor de personajes famosos y desconocidos, muchas de las cuales figuran transcritas en el libro. Éstas son todas de escritores, puesto que son las mejor facilitan la tarea de analizar y describir las emociones, los sentimientos y las situaciones. 

 Cada persona vive el amor de un modo diferente, no cabe hablar de una fórmula única y universal válida para todos. Saber cómo lo vivieron otras personas, qué estrategias desarrollaron para hacerlo perdurar, para disfrutarlo al máximo viene a ser una ayuda a la que no cabría renunciar. 

Sin olvidar que leer las cartas de amor de Marco Aurelio, Franz Kafka, Simón Bolívar, Paul Verlaine o Emilia Pardo Bazán y todas las demás, proporcionan un verdadero deleite. Por escrito se dicen muchas más cosas que de viva voz. Ante el papel en blanco la gente no se muestra tan tímida y tiende más a explayar sus sentimientos, a explicar su pasión. 

No faltan quienes inmediatamente después de despedirse de su amor, todavía con la pasión tratando de escapar por todos los poros, corren a escribirle una ardiente carta. La lectura de esas cartas permite penetrar en el corazón de sus autores, conocer sus equivocaciones y disfrutar con sus aciertos. 

El libro está dividido en tres partes. En la primera hay una cartografía del amor; en la segunda hay un muestrario de biografías amorosas; y en la tercera hay un epílogo. No falta el siempre utilísimo índice onomástico”. Vicente Torres.
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