sábado, 14 de febrero de 2015

NO DIGAS QUE FUE UN SUEÑO de Terenci Moix



Hoy os invito a revivir, con la obra de Terence Moix “No digas que fue un sueño”, un mundo que desde siempre me emocionó y me sigue atrapando: Egipto. Nos prenderemos de su cotidianidad: olores, perfumes, sueños, miserias… Desentrañaremos la fascinación enfermiza de aquel “Egipto del crepúsculo”, en donde lo helénico plantó cara a la inmortalidad faraónica. La historia de un mestizaje. 

 Reclamaremos la figura de Cleopatra como mujer única y excepcional. Un personaje-encrucijada que manejó la situación con gran sabiduría y acierto. 
Cleopatra fue una diosa mediterránea: inteligente, culta, híbrida y sensual que se vio abatida por culpa de un mal de amor. Y ese hecho la hizo humana, tangible… Porque es sabido que nadie que se tenga por vivido puede negar esta contradicción, hermosa y fascinante, de la condición humana: el sufrir hasta casi los estertores de la muerte, por un amor no correspondido. 

Y es que Marco Antonio, sin duda, la amó, pero como aman los antihéroes: con pasión pero sin la valentía y la convicción que requiere el ser amado. En su relación con Cleopatra es evidente que le asalta la debilidad, dado que se encuentra ante una mujer excepcional y en lugar de admitirlo, y amarla con más coraje por ello, se autodestruye creyéndose incapaz. Juega todas sus cartas por ese sueño de Oriente, que tantos políticos tuvieron después. 
Desea demostrarle que es un héroe, desea que ella lo ame por lo que no es, cuando ella lo amaba por ser lo que era. 

 Todos y cada uno de nosotros hemos visionado innumerables versiones acerca de la historia de Cleopatra y Marco Antonio, todas, en mi opinión, la mancillan; tal como hicieron los cronistas romanos de la época, salvo que estos tenían algún interés más próximo en el tiempo que los cineastas del siglo XX. 
 Os invito, sin embargo, a visionar la versión de Joseph. L. Mankiewicz que es sublime porque presenta una historia de amor única, como todas las historias de los “amores verdaderos”. También encarna magistralmente en el celuloide y, por primera vez, a una Cleopatra enamorada, madre, y naturalmente rehabilita su categoría como intelectual y mujer de estado. Una obra maestra, que nos une al tiempo que fue y a los misterios entre los dioses y los hombres, que aún son. 

 ¡Os deseo que el mal de amores, que aún fluye por el Nilo, os enamore hasta la muerte! 


 LO QUE  SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 

“Una historia que desciende lentamente, como las plácidas aguas del Nilo en las que se cobija y en las que encuentra la vida y el sentido de la vida, hasta llegar al Mediterráneo, a Alejandría, donde encontrará su propia aniquilación. 

Pero ¿qué importa que pasen los imperios y sean sustituidos por otros? ¿A quién cielos afectan las historias de sus reyes y príncipes, con sus amores y odios, sus conquistas y derrotas? La voz del narrador se funde con la de uno de sus personajes, Totmés, para darnos el verdadero alcance del paso del tiempo, lo único que permanece: 

 Transcurre el Nilo pero nunca acaba de pasar totalmente. 
En cambio el hombre pasa. Y también lo hacen los dioses. 
¿Quién creó a quién? 
Nada importa la respuesta. Sólo el pasar existe. 
Pasaron hombres y dioses, mientras el Nilo se limitaba a transcurrir. 
Y no sé qué fuerza superior al Nilo tiene poder suficiente para disponer de tantos contrasentidos... 

 Belleza, amor, tragedia, dominio, inteligencia, pasión, llanto y desolación... 

"No digas que fue un sueño" trasciende la Historia. Una espléndida y poderosa novela” Rosa Regás.
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