viernes, 19 de diciembre de 2014

UN MUNDO FELIZ de Aldous Huxley




Hoy os invito a entrar en "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, novela escrita en 1931. Es una obra que al releerla, siempre me ha dejado fuera del "Estado Mundial", ideado de un modo magistral por Huxley. 
Hace tiempo que deseaba compartirla con todos vosotros, pero ha sido hoy mismo cuando al tomarla del anaquel de mi biblioteca, para consultar otra cuestión, he sentido miedo. Miedo de estar en un "Centro de Crianza y Condicionamiento". Miedo de que me estén "lavando el cerebro". Y ese propio miedo, que me hacía infeliz, me ha demostrado que no deseo un mundo donde impere la asepsia afectiva y el infantilísmo  feliz, por muy estupenda que ésta sea. La Utopía hay que desearla, si se consigue deja de serlo.

 Huxley justifica su historia, basándose en que el mundo iba de mal en peor -como ocurre en este momento histórico en el que nos ha tocado vivir-, hasta que la población del mundo dijo: "¡Ya no podemos más! ¡Por favor, quítenos las libertades y la individualidad en nombre de la estabilidad universal!" Y "los que mandan" dijeron: "Vale". Y construyeron "un mundo feliz" en donde no existía la guerra, ni la tristeza, ni la individualidad, ni la historia, ni la literatura, ni los lazos emocionales; no se permiten la soledad, ni la libertad científica. Pero, eso sí, hay mucho sexo. 

 La obra nos muestra una sociedad futurista, mortifica, estéril y controlada, llamada: "el Estado Mundial". En un Centro de Crianza y Condicionamiento, se realiza "el proceso por el que los humanos crecen dentro de unas botellas y luego son condicionados", por la hypnopaedia a través de la cual les hacen un "lavado de cerebro", para que crean en una única y verdadera moral , le enseñan al ciudadano a creer en el valor de la sociedad sobre el individuo, por lo que la razón de la existencia de una persona radica en el servicio que presta a la sociedad. Su única meta es ser consumidores y trabajadores. Comprar muchas cosas y trabajar. 

Para que el sistema funcione más fácilmente, se divide a los humanos en varias castas: los Alfa, los Beta, los Gamma, los Delta y los Épsilon, criados en tandas, son copias exactas. Son sumamente significativos los personajes encarnados por, Lenina Crowne y Henry Foster, que trabajan en el vivero, porque a través de ellos conocemos el significado del amor en el "Estado Mundial". Allí "hacer el amor" no es nada especial, se hace todos los días, como se trabaja todos los días concertados a tal fin. El amor es un acto explícito dado que "Todos pertenecen a los otros", También, las orgías son eventos bi-semanales perfectamente establecidos y controlados. La otra actividad vital de este mundo feliz es tomar un narcótico que se llama: soma. Se trata de una droga que lleva al que la consume a la "eternidad lunar", es decir, a "un escape psicodélico de la realidad". 

El personaje, Bernard Marx, un psicólogo Alfa-Plus que, por alguna razón u otra, no tiene el gran aspecto físico que posee la mayoría de los Alfa. Es bajo. Se siente aislado porque es "diferente" y el tiempo que pasa solo le permite reflexionar acerca de importantes temas como: "Ojala que todos no fueran tan promiscuos y que pudieran tomar el amor en serio". Más tarde conocemos a Helmholtz Watson, otro hombre Alfa-Plus que comparte con Bernard "el descontento con sus vidas controladas y estructuradas". Conversa con Bernard acerca de lo resentidos que están con la vida dentro de aquel "Estado Mundial y Feliz". Expresan su deseo de crear, de vivir, de sentir, de mirarse a los ojos... En definitiva reclaman algo más intenso: la pasión. 

Nosotros, tras esta visita al "Mundo Feliz" de Huxley, a buen seguro  concluiremos que no nos apetece una vida en la que la gente esté siempre contenta, debido a su insensibilidad. Y que tan solo sabe comprar cosas compulsivamente y trabajar, consumir drogas para huir de "su mundo feliz" y practicar sexo como quien va al gimnasio. 

Y desearemos, con ahínco, mantener éste, nuestro "Mundo Infeliz", con sus miserias y sus grandezas. 

Os deseo que encontréis en la infelicidad, la pasión y la compasión necesarias que requiere la vida para ser vivida, porque aunque el destino baraje las cartas, al cabo somos nosotros los que jugamos. 

¡Suerte en la jugada!


 LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA NOVELA 

"Aldous Huxley escribió este libro en 1931. Esta novela describe un mundo ficticio en donde "la perfección" es llevada a un nuevo nivel. Así como el libro de George Orwell 1984, El Mundo Feliz imagina un lugar del futuro, Utopía, en el que se controla y lava el cerebro a todas las personas. El nacimiento es un procedimiento científico. A la gente se le enseña a pensar de cierta forma cuando son jóvenes y los programan para ser felices y disfrutar la vida. No se permiten ni el arte ni la religión La gente no puede amar, pero el gobierno incita a la gente a tener relaciones sexuales y divertirse. Este libro tiene un punto de vista futurista que se lleva al extremo para mostrar lo peligroso que puede ser el control y la falta de individualidad" 

"Un mundo feliz es posiblemente la novela más leída de Huxley, y su influencia es evidente tanto en buena parte de la novela de ciencia ficción de calidad como en las novelas filosóficas. Presenta un mundo en el que el Estado controla hasta el más mínimo detalle de la vida de los individuos, a los que mantiene en una ignorancia, producto de un depurado "lavado de cerebro". Más tarde el autor escribiría "Nueva visita a un mundo feliz", donde analizaría lo que había escrito años antes y sacaría conclusiones muy distintas sobre el destino de la humanidad"

sábado, 22 de noviembre de 2014

LA TESIS DE NANCY de Ramón J.Sender


Hoy os invito a reír por bulerías, en Sevilla. Para ello evocaremos una obra de Ramón J. Sender (1901-1982) que siempre ha conseguido hacerme feliz. Y si es tarea de discretos hacer reír, como nos expresa el prologo del Quijote, es, entonces, "La Tesis de Nancy" una obra repleta de discreción a carcajadas. 

Nancy, es una joven estudiante norteamericana de lenguas románicas que viene a España -Sevilla-, para realizar su tesis doctoral acerca de las costumbres y la cultura españolas. 
Dejaos atrapar por todos y cada uno de sus asombros. Dejad que os hable la primavera o el otoño sevillanos a través de las cartas que la propia Nancy escribe a su prima Betsy de Pensilvania... 

Porque entre dos tristezas, justo en medio, está el duende de la alegría, de la felicidad, de la risa... 

Os deseo que ese duende que asoma tras el llanto, tras la pérdida, se escuche en el albero, y con él os arranquéis con el palo que os pida el alma. 

Os regalo un brindis machadiano para que os recoja el corazón, fatigado de tanto trote, y os lo envuelva en un capote de silencio claro y caliente... 


ACERCA DE LA NOVELA

 «La Tesis de Nancy" es una crítica mirada a la España de su tiempo, que Ramón J. Sender hace desde los ojos de una sorprendida estudiante norteamericana. Refleja a la vez la tradición y la modernidad de un país que se abría tímidamente al mundo desarrollado pero que guardaba todavía, en algunos momentos como un tesoro, pero en otros como un lastre, el profundo poso de siglos de costumbrismo difícil de asumir, interpretar y comprender, no sólo para el viajero entusiasta como Nancy, sino para muchos españoles a los que avatares de su vida y de su nación habían llevado, como a Sender, a un exilio forzado o voluntario.» 

jueves, 23 de octubre de 2014

LA LUZ ES MÁS ANTIGUA QUE EL AMOR de Ricardo Menéndez Salmón



Era una aciaga tarde de septiembre de 2010, en una estación de tren. Allí comencé a vislumbrar que, a lo peor, la inocencia era una falacia. Deambulaba ojeando libros. Y, de repente, la intuición compulsiva de la compañía de la letra impresa me llevó a: " La luz es más antigua que el amor". No despegué los ojos de ella hasta el último instante del trayecto. La novela jamás se desprendió de mí. Si bien, compartirla con vosotros ha llevado su tiempo. 
Porque el factor tiempo es el quid para comprender los adminículos de la luz. Y la luz existe soberana, más allá de que haya un sujeto que la contemple. Existió antes del amor y existirá después de éste. Y cierto es que: "cada epifanía leída palidece ante cada injuria sentida" 

 Hoy os invito a una gran obra, y con ella a viajar por la Europa del año 1350. Una Europa asolada por la hambruna, la enfermedad, la muerte y el miedo. Una Europa que apenas se está despertando de la pesadilla de la Peste Negra. El viaje lo haremos acompañando al futuro papa Gregorio XI, cuando hace una visita al pintor De Robertis con el único fin de destruir, por blasfema, su última obra: La Virgen barbuda. Seremos cómplices de un asesinato. 

Tras este viaje, que nos dejará sumidos en la invalidez reflexiva, cambiaremos de siglo. Es el 25 de febrero de 1970. El pintor Mark Rothko se corta las venas en su estudio de Nueva York. Ya no podía convocar a la luz, esconderse en ella. No pudo soportar la tensión dramática de la vida, aún sabiendo que el territorio de un artista, incluso de uno tan grande como él, es siempre el fracaso y la ruina de sus esperanzas. Fue devorado por un cuadro totalmente negro. Y poco antes de morir, proféticamente escribió:

" Mi capacidad de mirar es tal que mis ojos terminaran por consumirse. Y este desgaste de las pupilas será la enfermedad que me llevará a morir. Una noche miraré tan fijamente en la oscuridad que terminaré dentro de ella". Aquí seremos cómplices de un suicidio. 

Finalmente, el 11 de septiembre de 2001, el pintor ruso Vsévolod Semiasin redacta una carta en la que revela las razones de su locura... Aquí seremos cómplices de los censores.

 Al cabo, no somos nada, y sin embargo tenemos la palabra. Cuidad las palabras, porque redimen pero también condenan... 

¡Os deseo que la luz, esa luz más antigua que el amor, inunde vuestras vidas! 


 LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA NOVELA 

 "La luz es más antigua que el amor" está concebida como una novela ensayo que aprovecha materiales de la novela histórica y se completa como metanovela que integra en su texto la narración de una historia (en realidad son tres), el comentario de algunos problemas superados en su gestación e incluso la autocrítica de sus intenciones y resultados. 

La novela está organizada en tres partes, cada una con su historia desarrollada en la primera sección en los tres casos y con un texto en contrapunto que compone la segunda sección, también en los tres apartados. Las tres historias abordan situaciones de tres pintores en algún momento problemático de sus vidas. Dos son inventados y uno real. Pero los tres ejemplifican la lucha del artista en radical búsqueda de nuevos hallazgos y la defensa de su obra frente a poderes externos. 

El pintor protagonista de la primera parte, Adriano de Robertis, vivió en la Toscana, defendió a muerte su cuadro heterodoxo de la Virgen barbuda, nacido de su rebeldía y dolor por la muerte de su hijo en la peste de 1348, y murió viejo entre la miseria de un lazareto veneciano. 
La segunda parte se centra en la vida y la obra de Mark Rothko, pintor letón afincado en Estados Unidos, que se suicidó en 1970 después de haber intentado llegar más lejos que nadie en la historia de la pintura. Y en la tercera parte se narra la vida errante del ruso Vsévolod Semiasin desde su Stalingrado natal, pasando por Francia e Italia, hasta su reclusión en 2005 en un psiquiátrico, donde se come sus lienzos en un loco intento por adueñarse de la pintura. 

 Son tres historias diferentes, que transcurren en épocas distintas, pero su narración está sometida a una estructura unitaria por la recurrencia de motivos temáticos y formales en las tres. El más importante es la narración fragmentada en tres apartados, cada uno de los cuales sigue al relato de la historia de cada pintor. 
Los tres fragmentos están protagonizados por el escritor Bocanegra: el primero en 1989, cuando en un instituto de provincias (puede ser Gijón), da sus primeras muestras de talento literario; en el segundo aparece Bocanegra en 2008, empeñado en “escribirlo todo” en su libro sobre Rothko e interrumpiendo su escritura por el dolor de la muerte de su segunda mujer; y en el tercero reaparece Bocanegra en 2040 recibiendo el premio Nobel y leyendo su discurso centrado en su novela La luz es más antigua que el amor. 

 Este cierre autocrítico da unidad estructural a tan disperso conjunto, cuya construcción fragmentaria y elíptica resulta unificada en lo fundamental por la reiteración temática en las tres investigaciones pictóricas y por los motivos recurrentes que pespuntean el texto de las tres: por ejemplo, la pesadilla toscana del castillo de Sansepulcro, donde vivió de Robertis, donde se refugió Semiasin y por el que Rothko se interesó en dos visitas a Italia, entre otros muchos nexos que salpican el texto". ÁNGEL BASANTA | 10/09/2010.

lunes, 29 de septiembre de 2014

EL COPARTÍCIPE SECRETO de Joseph Conrad


Hoy zarpamos a bordo de un velero, con Joseph Conrad ( 1857-1924). ¡Todo un lujo! Nada de ruidos de motores, nada de bocanadas de negro humo. Será la travesía en que nosotros sentiremos su vocación... Es su primer mando. 
¿Os hacéis a la mar? ¿ Sí? ¡A toda vela! Id ligeros de equipaje. Imaginad que todos los mares esconden tesoros y desgracias. Imaginad que cualquier motín en el castillo de popa, puede ser algo más que una revolución. 

De todas las obras de Conrad la que más he amado es: "El Copartícipe Secreto" (1910). Tal vez porque siempre quise ser salvada por alguien como él. Siempre quise ser la intrusa en su barco. 
Cuando la calma chica asfixie vuestros corazones, subid a cubierta. Atemperaos y pensad que el mar es mucho más que una metáfora dentro de un poema. 

"La historia de "El copartícipe secreto" comienza con una escrupulosa descripción del momento previo a zarpar. El barco ha sido remolcado desde el puerto hasta la desembocadura del río Meinam y desde allí, emprenderá el viaje cuando el viento se lo permita..." 

"El capitán (narrador de este relato) revive como propia, la desesperada experiencia de un intruso salido del mar que se ve obligado a recoger una noche en su barco; nadie más que él sabe que está a bordo; circunstancia que produce una sorda tensión en los protagonistas, que irá en aumento a medida que se desarrolla la historia. 

Las idas y vueltas del exterior al interior del barco, culminarán con la liberación del doble y con la maniobra arriesgada, pero exitosa, que le asegura el mando al capitán:

 "La verga del trinquete giró con un gran ruido, entre gritos alegres. Y ahora los bigotes temerosos se hicieron oír dando diversas órdenes. El barco ya avanzaba. Y yo estaba solo con él. 

¡Nada! Nadie en el mundo se interpondría ahora entre nosotros, arrojando una sombra en el camino del conocimiento silencioso y el afecto mudo, la comunión perfecta de un marino con su primer mando..." 

Os deseo una travesía a merced de la experiencia de Conrad. Un marino con alma de mar. 
Un escritor si peripecias. Inimitable. ¡Mi marino preferido!

 ¡Que el vientos os sea propicio! 



LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA NOVELA
  
"El narrador protagonista de esta historia se encuentra en el umbral de la próxima experiencia: todos los preparativos para zarpar ya se han realizado, todo está listo; pero todavía no se ha iniciado el viaje. Desde la primera persona, el capitán ofrece sus impresiones sobre la situación. Indica con precisión la posición en la que se encuentra y lo que observa a derecha, a izquierda y al volverse hacia atrás. Ese estado inicial de la travesía es definido como una pausa, en la que la soledad, la inmovilidad, el silencio, el atardecer son los rasgos predominantes:  La soledad está acentuada por la ausencia absoluta de presencia humana. El único vestigio que se vislumbraba en el horizonte, el remolcador, ha sido "tragado" por la costa. Nadie puede observarse desde el barco: el capitán y el mar se encuentran frente a frente. La quietud e inmovilidad dominan el espacio. El mar adquiere las cualidades de sólido y estable, como si se tratara de una imagen estática. El narrador explicita que, en todo el espectro de su campo visual, nada se mueve y emplea una frase que abarca todas las posibilidades: "ni una canoa en el agua, ni un pájaro en el aire, ni una nube en el cielo". 

 El más profundo silencio cubre la inmensidad que circunda el barco. El atardecer, el momento intermedio entre la luz del día y la oscuridad de la noche, es el contexto de la observación. La semipenumbra todavía está surcada por el haz de luz que se oculta en el poniente. La descripción pormenorizada de la situación permite caracterizar el instante breve pero intenso que precede la experiencia por vivir. Ese instante está definido por un estatismo que parece difícil de franquear y por la ansiedad de concretar la acción. Es el momento en que el capitán empieza a ser uno con su barco e intenta dominar la situación, para enfrentar la travesía: En esta pausa sin aliento en el umbral de una larga travesía parecíamos estar midiendo nuestra capacidad para una larga y ardua empresa, la tarea crucial de nuestras existencias, que deberíamos realizar lejos de toda mirada humana, con solo cielo y mar por espectadores y jueces. 

El punto de partida del viaje es también el comienzo del relato; por lo tanto, el umbral es doble: denomina el instante previo a la travesía y el momento en que se está por narrar esa experiencia.  
El relato comienza a construir sospechosos en las primeras páginas: los personajes se comportan como si ocultaran algo. El oficial segundo conoce todos los daros sobre el buque que ha divisado el capitán; pero no revela la información inmediatamente, sino que la guarda hasta que concluye la conversación con el capitán y el oficial primero. 

El capitán manda a toda la tripulación a dormir y decide hacer la guardia él, fuera de las normas que rigen en las embarcaciones. Alguien ha dejado una escala lista como para que pueda subirse al barco. Aunque todavía no haya sucedido nada, el lector piensa que los comportamientos extraños ocultan acciones que se conocerán en el futuro de la narración. 

El texto induce a quien lee a comenzar una pesquisa, como en los relatos policiales, para establecer las razones de ciertas acciones y actitudes; pero sin que se haya narrado el crimen que se debe investigar. Finalmente, el delito se produce: un desconocido llega de forma misteriosa al barco y debe ocultarse porque ha asesinado a un hombre. Todos los elementos sospechosos parecen tener relación con el suceso, aunque luego se confirme que la sospecha era injustificada. El relato genera expectativas que no se cumplen: el oficial, lejos de lo que había imaginado el lector, nada tiene que ver con el buque mencionado; el capitán no ha programado ninguna acción secreta, sino que ha sido sorprendido por la llegada del nadador y se ha transformado en su cómplice; la escala no fue alzada por descuido. Los datos, entonces, deben interpretarse de otra manera. Los enigmas que se presentan son contestados paulatina y pausadamente a lo largo del relato y, de esta manera, el lector debe ir ajustando sus interpretaciones a las nuevas informaciones. Una vez que los enigmas se han resuelto, el texto profundiza el trabajo sobre el suspenso y mantiene en vilo al lector en la segunda parte. Diferentes estrategias son empleadas para producir el efecto:  La construcción de una situación de riesgo obliga al lector a esperar un desenlace poco favorable para el narrador: un asesino está escondido en el camarote del capitán y cualquier cosa puede acontecer. 

La narración en primera persona le proporciona al lector solamente los conocimientos y apreciaciones del capitán. Desconoce qué piensan o saben los demás personajes y cuáles serán las acciones que llevarán a cabo. El lector sigue el relato desde el punto de vista del que oculta algo y se siente amenazado: puede suponer, junto con el capitán, que los oficiales han descubierto o descubrirán el secreto y que tomarán alguna decisión al respecto.  La narración lineal de los hechos, que no anticipa el desenlace, mantiene la situación de peligro hasta el final. El narrador refiere los acontecimientos muchos años después de sucedidos; sin embargo, los cuenta como si no conociera cómo se resolverán. 

 Las escenas de diálogo trasladan al lector a la situación narrada, para que siga los hechos como si estuviera presente en el momento en que ocurren. El lector supone que algo no deseado por el protagonista sucederá en el barco. No obstante, Leggatt no es descubierto, logra escapar con éxito y el honor del capitán permanece intacto, cuando el viaje está en su primera etapa. El relato, que comenzó cuando se iniaciaba la travesía, culmina antes de que se cumpla el recorrido, sin que la tripulación se haya enterado de lo que ocurría a bordo. El capitán es un personaje que va delineándose a través del relato. Se produce en él un proceso de transformación que está relacionado con varios factores: es un hombre joven a quien han nombrado sorpresivamente capitán y debe enfrentarse con un barco y una tripulación que le resultan desconocidos y, en cierto sentido, hostiles. Las expresiones con las que se refiere a los oficiales son peyorativas: El oficial segundo es nombrado despectivamente como "ese intolerable jovenzuelo".  

El primer oficial aparece ridiculizado, a partir de uno de sus rasgos, los bigotes, en frases como: "Sus terribles bigotes revolotearon a mi alrededor en una muda crítica". También su forma de hablar y sus comportamientos son objeto de burla, como puede verse en el siguiente ejemplo: "Se me ocurrió que si el viejo "Dios-Bendito,no me diga" asomara la cabeza por la escotilla y nos viera, pensaría que estaba viendo doble, o se imaginaría haber entrado en una escena de brujería". 

El capitán no simpatiza con sus subordinados y, a medida que avanza el relato, comienza a considerarlos más peligrosos que el asesino oculto en su camarote. Hacia el final, la amenaza no está en el desconocido que subió al barco, sino en la tripulación: la ferocidad del ofi¬cial contrasta con la debilidad del hombre escondido. La situación pone de manifiesto cierta dualidad en el comportamiento del capitán, entre lo que es y lo que parece: el hombre que duda de su habilidad para enfrentar la travesía se muestra seguro frente a los demás. 

La duplicidad de quien se siente un extraño en el espacio que debería considerar su medio habitual aparece en primer plano, cuando el sujeto que llega a nado al barco se describe como doble del protagonista: el narrador, que se siente ajeno a la nave, ve una imagen de sí mismo en el extraño recién llegado. 

La llegada del asesino que fugó de un buque adquiere una doble dimensión. El relato puede leerse como la aventura vivida en la travesía. O puede interpretarse como una indagación del narrador en su propio yo, de manera tal que las silenciosas conversaciones del capitán con su huésped pueden considerarse como un diálogo interior en el que el sujeto se estudia a sí mismo. 

El aspecto fantasmal de Leggatt y las semejanzas con el capitán apoyan esta lectura. Dos recorridos se narran: la larga travesía de Siam a Inglaterra y el viaje hacia la interioridad del protagonista. Los espacios del barco pueden relacionarse con los dos viajes mencionados. La cubierta es el lugar de la manifestación pública, donde el capitán gobierna la embarcación y conduce la travesía. El camarote es el espacio privado, donde se despliega la intimidad que perturba la tarea pública, donde el personaje duda y descubre sus inseguridades" 

Fuente: Lengua y Literatura II Ed.Estrada-Bs.as

martes, 19 de agosto de 2014

LAS AVENTURAS DEL BUEN SOLDADO ŠVEJK de Jaroslav Hašek


Hoy os invito a entonar una plegaria. Os invito a elevar una oración por todas aquellas personas que, con su proceder, hicieron posible la locura de la Gran Guerra. ¡Qué los dioses las perdonen! Y, también, os invito a elevar una oración por las personas anónimas que, sin saber el porqué de su desgracia murieron en el campo de batalla, víctimas de la necedad de su tiempo. 
Era agosto de 1914, hace ahora un siglo, cuando se inició aquella espantosa guerra, la Primera Guerra Mundial, que como todas las que fueron antes y serían después sólo dejó tras de sí desolación, hambruna, llanto, odio y negrura en la victoria de los vencedores y de los vencidos. Porque es sabido que las guerras y las victorias son absolutamente incompatibles. 

Para entonar nuestra plegaria he elegido la letra de una de las obras, dedicada a la Gran Guerra, que conquistó mi corazón con más ahínco: “Las aventuras del buen soldado Švejk”. La novela me llegó envuelta en la muselina de los regalos. No conocía la obra, ni había leído nada del checo Jaroslav Hašek (1883-1923). Todo ello, si cabe, aún la dotó de más misterio. La curiosidad me atrapó y durante horas me convertí en la sombra del protagonista Josef Švejk, un soldado torpe y atolondrado que, arrebatado por servir a su país, se enroló en las filas del ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial.

 Las desternillantes y asombrosas peripecias de este afable pícaro moderno, estúpido y sabio a la vez, ninguneado por los estamentos militares, sanitarios y eclesiásticos, resultó ser una proclama antibelicista, una arenga satírica contra la futilidad y el sinsentido de la guerra. Nada pudo complacerme más que tener un amigo tan importante como anónimo: el soldado Švejk. 

Os deseo que en las calles de vuestras vidas encontréis más héroes anónimos que napoleones, y que éstos sean vuestros auténticos amigos, ya que ellos son los que han hecho de la guerra la verdadera lección de la Historia. Lección que, nuestra pedante y orgullosa ignorancia de Homo Sapiens, nos ha impedido aprender. 

¡Larga vida a los héroes anónimos! 



LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA: 

Fue algo así como el reverso burlón de Kafka. Tenían la misma edad, vivían en Praga y eran escritores, pero quizá habría sido difícil encontrar dos almas más opuestas. Mientras el autor de La Metamorfosis era casi un eremita de la escritura, aficionado a recluirse en soledad, el excesivo Jaroslav Hasek (1883-1923), orondo, marrullero y de talante indomable, prefería el bullicio de las tabernas. Su obra magna, la novela: Las aventuras del buen soldado Svejk (Galaxia Gutenberg),  fue vertida por primera vez al español en 2008, directamente del checo por la traductora Monika Zgustova (Praga, 1949), en un volumen acompañado con las ilustraciones de la edición original (1923), de Josef Lada. 

Es una lástima que no conste ningún encuentro entre Kafka (1883-1924) y Hasek, porque seguramente habrían tenido mucho de que hablar. Ambos recelaban profundamente de ese Estado moderno hiperburocratizado que se encarnaba en el Imperio austrohúngaro, un inestable mosaico multinacional que se extendía desde el Adriático hasta las actuales República Checa, al norte, y Ucrania, al este. Los dos autores estaban convencidos de que ante aquella administración elefantiásica el individuo quedaba reducido a poca cosa. Fueron de los primeros en verlo con tanta claridad, pero su enfoque fue dispar. Mientras Kafka le dio forma de pesadilla, como en la novela El Castillo o el cuento: Ante la ley, el incorregible Hasek prefirió reírse de todo aquello. Su mayor creación, el soldado Svejk, es un ingenuo charlatán que se alista al ejército para combatir en la Primera Guerra Mundial como si se tratara de una reyerta de bar entre austriacos, serbios y turcos. Es arrestado por alta traición, ingresado en un manicomio y se pierde en el sur de Bohemia antes de llegar al frente. 

Nadie es capaz de determinar si se trata de un conspirador o de un solemne idiota. Eso sí, sus andanzas ponen de vuelta y media al ejército, a las instituciones médicas y a la administración. "Hasek incide en lo absurdo que es que el gran Estado no proteja al individuo sino que poco a poco lo asfixie", señala desde Barcelona la traductora, Monika Zgustova. "Es un idea presente en la obra de Kafka, aunque la trató con mayor seriedad". Curiosamente, los dos grandes personajes de Hasek y Kafka comparten punto de partida: tanto Svejk como Josef K., protagonista de El proceso, son detenidos al entrar en escena. La peripecia de Svejk, con todo, da lugar a un vagabundeo disparatado, muy acorde con el propio carácter del autor. El bonachón recluta Svejk, vendedor de perros e impermeable al desánimo, es en cierto modo un trasunto del propio Hasek, según opina la traductora. "Los dos trabajaron vendiendo perros, entre otras ocupaciones y fueron voluntarios en la Primera Guerra Mundial", la conflagración que supuso el fin del Imperio Austrohúngaro y el surgimiento de varios Estados, entre ellos Checoslovaquia. Eso sí, Hasek sí que llegó a combatir en el frente, donde contrajo la tuberculosis. La revolución bolchevique lo sorprendió en Rusia, donde residió un tiempo y se casó por segunda vez, mientras seguía unido a su primera mujer, Jarmila, que vivía en Praga. Hasek era un bohemio a quien "a menudo había que sacar a la fuerza de las tabernas", añade Zgustova. "Además, le gustaba tomarle el pelo a todo el mundo, sobre todo a los carcas". 

El autor compaginaba la creación literaria con la colaboración en una revista zoológica en la que se inventaba animales fantásticos e incluso su genealogía. Evidentemente, en cuanto fue descubierto, lo despidieron. Su irrefrenable vocación para la broma quedó fijada en el idioma. Como su ilustre conciudadano kafkiano, Hasek también ha dado lugar a un vocablo. "En checo, sveiquear es charlatanear con el ánimo de embaucar a alguien", explica Zgustova. "Cuando se dice: nosveiquees, significa: no te enrolles tratándome como si fuera imbécil". Novela inacabada, la enfermedad obligó a Hasek a dictar los últimos capítulos, prácticamente desde su lecho de muerte. Falleció de tuberculosis a los 39 años, en 1923, la misma enfermedad que se llevó a su conciudadano Kafka un año después. La novela tuvo un éxito inmediato, pero los intelectuales la rechazaron por su lenguaje soez. "No gustó a la buena sociedad pero sí al público en general". Con los años, El buen soldado Svejk, "más que una comedia, una novela grotesca, hilarante, y que habla de las personas normales y corrientes", se convirtió en un clásico. "En toda Europa central y del este, de Alemania, Austria y Hungría a Polonia y Rusia, Svejk es una novela que forma parte de la cultura general". Abel Grau. El PAIS CULTURAL. Diciembre. 2008.

martes, 15 de julio de 2014

LA CANCIÓN DEL PIRATA de Fernando Quiñones


Hoy os invito a una canción. Pero no a una canción al uso. Os invito a La Canción del Pirata. Ya sabéis que los piratas cantan a la vida al son del viento, entre pentagramas azules. Al cabo, todos tenemos alma de pirata, libertad de pirata, desparpajo de pirata, sueños de pirata… Porque ser pirata también encierra un noble código de honor. 
 Os propongo un cambio de rumbo en nuestras prescindibles e insignificantes vidas. Dejaremos de mirarnos obsesivamente, porque de tanto mirarnos a nosotros mismos nos hemos procurado una ceguera de opiniones violentas y egocéntricas, hemos perdido el horizonte, no avistamos tierra firme y las estrellas son sólo metáforas sin verso. Han perdido su poder para conducirnos a buen puerto. 
Y es que el mundo tiene mares embravecidos y desiertos inmensos y terribles en donde no hay oasis. Pero también posee amaneceres de nácar y lunas sin tedio, en donde descansar de las tormentas. E irremediablemente otros, antes que nosotros, los disfrutaron, padecieron sus inclemencias, sus injusticias, sufrieron hambre y calamidades. Amaron y murieron. Pero lo hicieron con la gallardía de la pasión, del asombro y del contento. Porque eran sabios, y conocían que, desde antiguo, los días no regresan y que, al cabo, somos aves de paso. 

La Canción del Pirata, de Francisco Quiñones, llegó a mí en una botella que alguien arrojó al mar. Un naufrago. Y dado que mis ojos vibran con el agua marina, no tuve dificultad alguna para distinguir, de inmediato, que se trataba de un tesoro. Y los tesoros no se explican. Se viven sin acudir a la verborrea de las razones. 

 Por tanto, con esta invitación, la canción la tendréis que cantar vosotros mismos, y os sorprenderá, al escucharos, que el pirata que lleváis dentro es más fuerte que los miedos y la moralina que, a voz en grito, os declama la calma chicha de los vientos urbanos. 

Quiñones, novela la Historia como un mago. La Canción del Pirata, "presenta al hombre en su terca y abundosa soledad. Amando, necesitando, odiando, buscando, huyendo y olvidando a los semejantes. Manoteando en el mundo que, a ciegas, cree poder dominar. Burlando a la vida e interiorizando las proclamas que ella misma suscita" 

Encontrareis en sus páginas una bellísima historia de amor y desengaño, encontrareis flaquezas, pragmática jactancia, la única, por otra parte, que el protagonista, Juan Cantueso, se puede permitir, baqueteado por nacimiento y circunstancias. 
Juan Cantueso representa al español de todos los siglos, que vive como puede en un mundo que ninguna otra oportunidad le ofrece. 

Vagad con Juan Cantueso por Andalucía, Venecia, Las Indias y Lisboa. ¡Vagad y vivid, contra viento y marea! 

 Y esa será La Canción del Pirata: ¡La vuestra! 



LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA NOVELA

 “Durante 1682 y en la cárcel de Cádiz donde espera la resolución de su caso que se prevé aciaga, el protagonista narra su vida al bachiller don Román de Irala. Este recoge sus palabras para la confección de un libro que luego desaparecerá, según se cuenta en un tercer nivel de la novela, anatemizado por la Inquisición, harto activa en aquella época. Juan Cantueso, El Rubio, vagará por Andalucía, Venecia, Las Indias, y Lisboa para volver a sus lugares natales no sin dejar sembrado un copioso rosario de amores, cuchilladas, timbas, tempestades, relaciones y episodios de todo pelaje que hacen que esta novela se lea con la impaciencia que depara el interés de la trama y el temor de ir aproximándonos al final de la orgía. 
El autor ha desplegado un monumental esfuerzo de documentación tanto en lo lingüístico como en lo histórico o social, pero, sobre todo, en la exposición de la cotidianeidad, en la inmiscución en lo intrahistórico, en la indicación de esas nimiedades que hacen que sintamos el pulso de la época, la visualicemos y nuestros esquemas mentales se adapten progresivamente el compás de la narración hasta sumirnos hasta las cejas en el mundo que se pinta. Evidentes y perseguidas son las concomitancias con la picaresca sin que falten resabios cervantinos tanto en el estilo como en la inclusión dentro de la historia central de interpolaciones tan rocambolescas como la que termina con la presunta anagnórisis de El Honrado y Valentín que, sin turbar el apasionante relato del protagonista, vincula la novela con las modas narrativas de su tiempo. 

Quizá sea propiedad la palabra que más cuadre al lenguaje, a la estructura, al cosmos narrativo que Quiñones nos presenta. Sin incurrir en fárrago ni anacronismo, la vida española de la segunda mitad del XVII se nos muestra con la autenticidad que proporciona la abundancia de referencias concretas, el despliegue de conocimientos folklóricos, históricos, costumbristas y populares de un autor que domina esos predios, la fluencia de un lenguaje tan natural y creíble como soterradamente trabajado y pulido. 
Cuando la cultura no se exhibe sino que surge al servicio de una historia, de unas coordenadas narrativas que la precisan y la acogen, el resultado suele ser más rico que cuando se opera a la viceversa. Novelar la Historia sólo pueden hacerlo Yourcenar, Sender, Graves u otros monstruos; encajar lo histórico como ambientación o marco de una fabulación pueden parecer más sencillo pero precisa de no poca documentación que debe ser manejada con una mezcla de precaución y audacia. 

La Canción del Pirata contiene abundantes elementos autobiográficos perfectamente imbricados en la ratio narrativa. Hasta las disquisiciones entre vitalistas y estoicas del protagonista rezuman esa humanísima sorna con la que el autor suele teñir sus ficciones. Autobiográfica es también la fijación con el mar. No sé por qué el autor ha hablado de la desvergüenza y el amoralismo de su novela – a no ser que busque imitar las protestas de nuestros autores clásicos– cuando el componente ético es esencial en la novela. Decir que, además, se nos cuenta todo esto con una amenidad, una gracia y un estilo que para sí lo quisieran tantas novelas que uno se zampa, puede ser, después de lo dicho, tautológico. Muévanos esta corroboración a ser acompañados por Quiñones más a menudo. Es una experiencia intensa”. Javier Barreiro.

martes, 24 de junio de 2014

EL SIGLO DE LAS LUCES de Alejo Carpentier


Hoy, os invito a una fiesta caribeña y barroca. Os invito a la “sinfonía del Caribe”. Os invito al tiempo de la Revolución Francesa, en las Antillas: una maravillosa locura para los sentidos. Os invito a un viaje por la realidad mágica de los ideales.  

Cuando “El siglo de las luces” ( publicada en 1962) y yo misma nos enfrentamos a la siempre interesante y dura tarea que implica, necesariamente, la acción volitiva de “conocerse”, nos miramos con escepticismo. Después, página a página, me sedujo y quedé cautiva de su prosa exuberante y del compromiso por la libertad, siempre incierta y malvendida. 

Entre los sueños de amor, libertad y terror que proponía el argumento fui componiendo la realidad que me circundaba, y a la que nunca he llegado a comprender. Por aquel entonces era, por mi parte, una actitud que rebosaba arrogancia; sí, esa insolencia propia de la ignorancia juvenil. 

 En mi biblioteca existen varias ediciones de “El siglo de las luces”, también las censuradas, y todas están repletas de notas al margen, subrayadas y con signos indescifrables entre sus líneas. Cada una de ellas pertenece a un tiempo: el de la adolescencia, el de la juventud, el del sesudo compromiso social universitario y el de los restos de la vida. Y en todas ellas me hallo. Son como una instantánea. Si bien, nunca he pretendido unir “esas instantáneas” con el afán de conocer quién era, o quién soy en realidad. Aunque, estoy segura de que me darían pistas certeras. 

Tal vez me identifiqué con los distintos personajes, según iba dejando atrás la pedante y cándida adolescencia. Tal vez, sí. Pero no lo sé. Cuando visité la Habana, busqué la casona en donde habitaban: Sofía, Carlos y Esteban, con su orfandad, su luto y su mundo repleto de magia, de misterio y de vida, a través de los libros; busqué la alegoría de la libertad, busqué a Carpentier, pero un grito de angustia me contrajo hasta el vómito. ¿Era una representación del cuadro de Munch, lo que bullía en mi cabeza? O… ¿era Goya simbolizando los “desastres de la guerra” que asoló a España y la expulsó de la modernidad? No lo sé. Sé que el macabro pintor de la guillotina, David, ese no era. 

Tal vez, el personaje francmasón Víctor Hugues, excelente contador de historias, nos podría responder a tantas y tantas preguntas… 
Porque las preguntas sin respuesta, son hermosas. Nos evitan la convicción dogmática de las verdades incondicionales. Hacen que dudemos, sin prisa, con la calma de la eternidad. 

 ¡Os deseo, en vuestros trabajos y en vuestros días, exuberancia y frondosidad caribeñas: una realidad mágica a ritmo carpentieriano…! 


 Lo que se ha escrito acerca de la novela: 

 […]El Siglo de las Luces’no sólo tiene el característico toque carpenteriano, el barroquismo del estilo y el enaltecimiento de la exuberancia caribeña, sino que lo lleva a cimas insuperables. ‘El Siglo de las Luces’, es una novela espléndida, copiosa en referencias culturales; a no dudar, uno de los clásicos mayores de la literatura latinoamericana. Su trama abunda en peripecias cuyo marco histórico lo proporciona la dramática década final del siglo XVIII. Su hilo conductor: los ecos de la Revolución Francesa en el Caribe. 

Escenarios principales de la narración son el ámbito caribeño y la Francia revolucionaria; secundariamente, en el brinco temporal que conduce al desenlace, el Madrid que ha presenciado los tumultos de mayo de 1808. Entre sus protagonistas, Víctor Hugues destaca por su historicidad: fue Comisario de la Convención en Guadalupe, en la que hizo un verdadero gobierno de terror, y luego Agente del Directorio en Cayena (Guayana Francesa). Completan el trío protagónico los jóvenes cubanos: Sofía y Esteban, quienes no sólo harán a Hugues objeto de afecto y desprecio, a su turno, sino personificación de la grandeza y vileza de la crucial coyuntura finisecular. Hugues los inicia en la ebullición de ideas que promete y, de hecho, ha desencadenado un cataclismo histórico de amplias repercusiones, al tiempo que introduce a Sofía en el mundo del amor. Por no estropear el suspenso, me limitaré a referir someramente el arranque de la trama. Todo principia en La Habana, en torno de 1790. 

Un acaudalado comerciante criollo acaba de fallecer, dejando en la orfandad a sus hijos adolescentes, Sofía y Carlos, quienes se recluyen en la casona familiar en señal de duelo. Con ellos vive su primo Esteban, huérfano desde temprana edad, también adolescente y un verdadero hermano para ambos. La reclusión deviene gradualmente en fiesta, al hacer de la casa un lugar encantado al margen del mundo; mundo del que, no obstante, se maravillan los chicos a través de los libros. Cierto día irrumpe un francés de nombre Víctor Hugues, marsellés afincado en Saint-Domingue (la futura Haití). Desea hacer tratos con el dueño de casa, de cuya muerte obviamente no está informado. Superada la decepción, el francés se revela un prodigioso compañero de juegos y un gran contador de historias; parece un prestidigitador que no acabara de sacarse cosas de la manga. Para mayor admiración de sus nuevos amigos, proporciona al enfermizo Esteban el auxilio providencial del doctor Ogé, mulato y amigo del marsellés. Pero Víctor y Ogé son francmasones y extranjeros, doble motivo de sospecha para las autoridades locales; deben huir de Cuba. Los vaivenes de su fuga arrastran a Sofía y Esteban, quienes se ven abocados a un Caribe convulsionado por la proliferación de ideas revolucionarias y la revuelta de los negros en Saint-Domingue. 

 Los acontecimientos llevan a Víctor y Esteban al otro lado del océano, a una Francia en plena revolución que ya ha dado al mundo, un tiempo atrás, noticias tan pasmosas como el intento de fuga del rey y su captura en Varennes. He aquí que Victor Hugues hace su entrada en la Historia, pues volverá al Caribe oficialmente investido de poderes. Esteban será testigo de su encumbramiento y de su degradación, y mucho padecerán sus juveniles entusiasmos. No menos severo será el impacto en Sofía, en quien la espera no ha hecho sino acrecentar el aura romántica –doblemente romántica, en su caso- del marsellés. Sofía y Esteban aportan, en alternancia, la perspectiva desde la que se presencian y evalúan los actos de Víctor Hugues. Con Hugues hace su entrada la Revolución en el Caribe, representada en el Decreto del 16 Pluvioso del Año II, que “proclamaba la abolición de la esclavitud y la igualdad de derechos otorgados a todos los habitantes” de la Guadalupe; pero también en el símbolo del Terror revolucionario: la guillotina, esa siniestra máquina. 

Es un Hugues demasiado ensoberbecido de su papel el que retorna al Caribe. “Luciendo todos los distintivos de la Autoridad: inmóvil, pétreo, con la mano derecha apoyada en los montantes de la Máquina, Víctor Hugues se había transformado, repentinamente, en una Alegoría. Con la Libertad, llegaba la primera guillotina al Nuevo Mundo”. Y pronto, demasiado pronto, la realidad se impone a los ideales. Los atractivos que depara la novela son variados: acción, romance, un dramático trasfondo histórico con sus connotaciones políticas y filosóficas; los conflictos éticos a los que se ve enfrentado un Esteban tan idealista como vacilante en la acción; en lo que toca a la forma, una prosa gozosa como pocas, tan sugerente que resulta en verdadera fiesta para los sentidos. Al colorido y exuberancia del Caribe corresponden un estilo y un léxico frondosos, a la medida de la desmesura antillana. 

Largos párrafos se suceden, con escasos, breves y punzantes diálogos además de fascinantes descripciones de lugares y objetos. Carpentier era un apasionado de la radiante materialidad caribeña, y vaya que fue capaz de transmitirnos su pasión: en una prosa pletórica de sensualidad, envolvente y fascinante. Abundan sabrosos y expresivos localismos, y es que no hay modo de negarle dignidad a la vertiente caribeña de nuestra lengua común. No por nada se ha calificado a esta novela como ‘sinfonía del Caribe’. No en vano se caracteriza a Carpentier como escritor barroco, caracterización que el propio autor refrendará al promover el Barroco al rango de categoría fundamental en la delimitación de lo latinoamericano. Los pasajes históricos, referidos especialmente a la actuación de Víctor Hugues en calidad de agente de la Revolución, son fidedignos. Para su elaboración Carpentier hizo acopio concienzudo de fuentes documentales, proceso en que pudo además enterarse del destino de connotadas personalidades revolucionarias, caídas en desgracia y condenadas al destierro en la Guayana Francesa -destacan los casos de Jaques Billaud-Varenne y Jean-Marie Collot d’Herbois, quienes contribuyen al empaque histórico de la novela-. Escaso conocimiento hay de la vida de Hugues y poca certeza sobre sus años finales y sobre su muerte, al menos a la fecha en que el escritor redactó la obra. Me parece que el talentoso cubano supo sacar partido de lo que sí se sabe, recreándolo del modo más enjundioso para el lector […]

miércoles, 14 de mayo de 2014

LA LADRONA DE LIBROS de Markus Zusak



Hoy os invito a Todos, sin excepción. Propongo que se detengan las guerras, al menos un instante. Que nadie piense que la edad, o cualquier otra accidental circunstancia, puede convertirse en una categoría que nos procure, a su vez, abismales diferencias. Tan sólo la ignorancia nos ofrece tales desigualdades. La ignorancia acerca de nosotros mismos, y de los otros. La guerra es un acto de ignorancia, pero no el único. 

"La ladrona de libros", me la regaló un amigo que me conoce bien. Un amigo que sabe que no tengo prejuicios ante la letra impresa. Era una mañana de primavera, del año 2009. Y cuando llegó del kiosco de prensa, con él en la mano, deseé que tuviera algo urgente que hacer y que me dejara sumida en la lectura de aquella historia. Y así aconteció. Mi amigo tenía algo urgente que hacer y me lo había comprado para que, entre tanto, lo esperara. No hubo mejor espera. Ya os he dicho que me conoce bien. 

En "La ladrona de libros", la Muerte, cobra protagonismo, es testigo de la locura humana que es la guerra. Liesel Meminger, la niña, el personaje principal de la historia que nos narra Markus Zusak, se va curando de esa locura, que soporta en un pueblo de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, leyendo, memorizando, leyendo, memorizando, una y otra vez, y fascinada por todas y cada una de las palabras que aprende y por todas y cada una de las historias que encuentra en aquella inmensa biblioteca, ahora prohibida. Biblioteca a la que acude a "tomar prestada su sanación", acude a leer. 

 Advertid que siempre que quieren arrebatarnos algo en nombre de la libertad y de la paz, queman libros. Los prohíben. Sí, no podemos fiarnos de las personas que no sienten nada cuando se quema, o se prohíbe un libro. Esas persona nos traerán desgracias... 

Después, en 2013 se hizo una adaptación cinematográfica de la novela, dirigida por Brian Percival y protagonizada, entre otros, por Sophie Nélisse, Geoffrey Rush y Emily Watson. He de decir que estuvo a la altura de la novela. También me gustó la película, aunque hubo matices que no contempló. 

 Hoy os propongo una invitación al asombro, una invitación que os sanará de la más terrible de las tragedias. Pero para ello debéis soportar la Vida, como la natural expresión de lo que somos... 

¡¡¡Disfrutad de las palabras de la Vida mientras llega la Muerte!!!



Acerca del argumento:

 "La primera peculiaridad de esta novela es su narrador, mejor dicho, su narradora: la Muerte. Ella es la que nos cuenta en primera persona la historia de Liessel, una niña alemana que descubre durante la segunda guerra mundial el placer de la lectura y el horror de la guerra. Sé lo que estás pensando: “¡Oh, no! Otra novela sobre el tema del Holocausto”. Y es que parece que este tema, a nivel literario al menos, vuelve a estar de “moda”. Pero, aunque trate este tema habitual, lo hace desde una perspectiva peculiar. A diferencia del “Niño del pijama”, la “ladrona” cuenta los horrores de aquellos que vivieron la segunda guerra mundial como ciudadanos normales que trataban, en la medida de lo posible, de seguir con sus vidas mientras lejos se desarrollaban unos acontecimientos dramáticos. 

Ése es el caso de la familia de acogida a la que llega Liessel. Una serie de personajes entrañables pueblan las páginas de esta novela: Rudy, el niño con el que Liessel entabla una gran amistad, que está obsesionado con Jesse Owens; Max, el ex-púgil judío que permanece escondido en el sótano; Hans, el pintor de brocha gorda y músico aficionado que ejerce como padre de Liessel; Rosa, la madre de acogida perpetuamente enfadada; la mujer del alcalde, y un largo etcétera, en el que destaca por encima de todos Liessel, la niña protagonista, rebautizada como la “ladrona de libros”. 

En esta novela encontramos el amor por la lectura (y también por la escritura) que el autor siente y que nos transmite a través de su protagonista, esa niña que recoge todos los libros que encuentra y que convierte en sus posesiones más preciadas. La lectura de esos libros tendrá un poder positivo sobre ella y sobre otros habitantes de la pequeña población. 

Con una narración ágil, a veces cortante y seca -como no podía ser menos, tratándose de la Muerte-, y otras veces, poética, Markus Zusak usa el recurso del flash-forward, que al contrario que el flash-back (que nos muestra hechos transcurridos en el pasado), nos muestra un futuro que todavía no ha sucedido, amparándose en los conocimientos venideros que tiene esta narradora excepcional. Este detalle puede molestar a algunos lectores, por el destripe de información, igual que otro recurso habitual: los incisos que efectúa cada dos por tres la narradora escritos en una tipografía distinta. Aunque al principio se hacen raros, rápidamente el lector se habitúa a estos incisos y comprende que forman parte de la manera en que está narrada esta historia. Y si llegáis al final, tened pañuelos a mano, porque “la ladrona” os robará el corazón"

viernes, 25 de abril de 2014

DEMIAN de Hermann Hesse


Hoy os invito a una de esas nostalgias que jamás se alejan de nosotros. En este caso, nunca he permitido que Demian, de Hermann Hesse, se esfumara por las cloacas de la desmemoria. Siempre anduvo por los anaqueles de mi vida y de mi biblioteca, en una edición de bolsillo, con una dedicatoria hermosa y enamorada, rubrica y fecha. 
 Era muy joven cuando me lo regalaron. Y lo leí. No sé qué pude entender entonces. Ahora sé que más allá de lo que pudiera comprender, hubo algo mágico que abrió mi curiosidad hasta confines ignotos. 
Porque lo que mi curiosidad buscaba, lo que suscitaba sueños, placer y miedos, no encajaba en absoluto dentro de la "felicidad mimada" de mi paz infantil. Pero esto lo supe después. Supe más tarde que el amor no debe pedir ni exigir. 

 Las páginas del Demian, al que os invito, están repletas de tiempo: amarillas, subrayadas, una y otra vez, como si temieran perder algo muy valioso. Ya sé que muchos no creerán que una joven adolescente pudiera sentir tales deleites, para ellos no va dirigida esta invitación. 

La invitación es para aquellos que conocen mejor al ser humano. Para aquellas personas, valerosas y de carácter, que, como dice Hesse, han inquietado siempre a las demás gentes... Y las inquietan porque no son personas que saben. Son personas que buscan. 

"Y cuando alguien que de verdad necesita algo lo encuentra, no es la casualidad la que lo pone en su camino, si no él mismo..." 

 Bien, dado que todos necesitamos encontrar un "algo" o un "alguien" y que el exterior es aceptado, por la mayoría, como la única realidad donde poder encontrar a ese "algo" o a ese "alguien. 

Os propongo un juego: silenciad al todopoderoso dios-exterior: real, único y verdadero y mirad hacia el interior de vosotros mismos... 

 ¡ Ahí estará aguardándoos ese "algo" o ese "alguien"!

 ¡Y seguid buscando...! 


 Acerca del argumento:

 "La historia de la juventud de Emil Sinclair, es una novela que relata la niñez hasta la madurez de este complicado personaje del escritor alemán Hermann Hesse. La obra fue publicada por vez primera en 1919. En ésta Emil Sinclair es un niño que ha vivido toda su vida en lo que él llama el Scheinwelt (mundo de ensueño o mundo de la luz), pero una mentira lo lleva a ampliar sus visiones del mundo y a conocer un personaje enigmático de nombre Max Demian que lo llevará por los senderos del auto-razonamiento destruyendo paradigmas materialistas que antes le rodeaban. La novela refiere y utiliza conceptos del Gnosticismo, particularmente el demiurgo (entidad que, sin ser creadora, es impulsora del universo imprimiéndole movimiento) Abraxas, mientras muestra la influencia del sistema de psicoanálisis de Carl Jung. La novela fue publicada primeramente con el pseudónimo de "Emil Sinclair", como el narrador de la historia, pero Hesse reveló luego ser el autor"

miércoles, 19 de marzo de 2014

CONFUSIÓN DE SENTIMIENTOS de Stefan Zweig



La historia de un profesor universitario, no la de todos los profesores universitarios, puede mirarse, en parte, a través de esta bella obra de Stefan Zweig (Viena, 1881- Brasil, 1942).También la de los estudiantes, no la de todos los estudiantes, por supuesto. 
 La vida interior, si la vivimos como nuestra, nos tiene a su merced. Del mismo modo que aquellos que se tienen por más expansivos, los que rozan y entremezclan su verbo, su piel y sus afectos y desafectos, incesantemente, están a merced de otro tipo de huracanes. 

 En definitiva, todo es bello si acontece en los pentagramas de nuestros días. Y no es bello porque nos procure una felicidad de idiotas, es bello porque nos obsesiona, nos tortura y nos ofrece momentos sublimes, tersos de inquietud y curiosidad. 

Hoy os invito a uno de mis libros secretos. En vano he tratado de hallar una explicación lógica a este hecho. Es uno de esos libros que deliberadamente he excluido de cualquier acto social. De cualquier opinión, de cualquier artificio o brusquedad por parte de los otros. 
Lo he protegido, soy consciente de ello, lo he protegido de la vanidosa frialdad de aquellos que, por pegar la hebra, revelan lo impenetrable con razones tediosas. 

Os regalo una tempestad interior, un grito de muerte… 

Después… ¡Amad la vida con ahínco y leedla entre líneas! 


ACERCA DEL ARGUMENTO 

 Roland, un joven estudiante, está a punto de abandonar los estudios cuando su padre decide enviarlo a la universidad de una pequeña ciudad de provincias. Allí, un brillante profesor despierta en él una nueva pasión: el amor al saber. Deslumbrado, el joven se acerca al maestro y le propone ayudarlo a concluir la gran obra de su vida. El profesor acepta el ofrecimiento, pero pocas veces manifiesta la gratitud que el discípulo ansía y en ocasiones incluso lo trata con una distancia que lo atormenta. Tan devoto como inseguro, Roland se pregunta por qué no es digno del interés de una persona tan maravillosa como el admirado maestro, ¿tan despreciable lo considera? La respuesta, sin embargo, es mucho más compleja y desconcertante de lo que podía sospechar, y sólo en el otoño de su vida, cuando él mismo se ha convertido en un respetado profesor, es capaz de evocar unos hechos que, ahora lo sabe, marcaron su vida más que todos los honores o los éxitos profesionales.

miércoles, 26 de febrero de 2014

EL CONTADOR DE HISTORIAS de Rabih Alameddine



Escuchad. Dejad que hoy os cuente una hermosa historia. Era primavera, junto al Mediterráneo. Yo era inmensamente feliz. Sí, tenía una felicidad de esas que hacen sublimes todas las miserias, simplemente porque en tal estado no existen miserias. Y fue entonces cuando me regalaron "El contador de Historias" de Rabih Alameddine. No conocía al autor, ni por supuesto su obra, pero mi sonrisa, al ver el libro escogido para mí, se hizo más expresiva que cualquier alusión erudita. Y la novela se incorporó por derecho propio a mis castillos en el aire, y pasó a formar parte de aquella felicidad, que como todas las eternidades terrenales un día se esfumó. 

Pero de aquel entonces, quedó, entre otros, "El contador de historias", con su sabor a felicidad eterna. Es un libro más allá de cualquier consideración lógica. ¿Su dedicatoria era acaso una revelación? : "A Nicole Aragi, destructora de demonios, exquisita paloma". Deseo pensar que lo era... La novela fue el primer éxito literario del autor. ¿Esto también era una revelación? No lo sé... 

Lo cierto, es que las historias de aquel contador de historias, de aquel hakawati, son tan hermosas, tan a la medida de ninguna medida, que siempre que las releo me amarra su viento al mástil de un barquito de papel. Y recorro el mundo salpicando de olas las tierras del desierto. Las tierras de Damasco, del Líbano... y a  las gentes de esa cultura, de las Mil y una Noches, las miro y me miran. Y entonces sabemos que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. 

No os desvelaré lo que significan las palomas, ni os desvelaré lo que significa tirar una llave al mar... Descrubidlo, id a cualquier garito y escuchad al contador de historias. Prestad atención a sus silencios...  ¡Y dejad que su voz os proteja de los discursos estúpidos!

Os deseo que alguien os cuente una historia, y que sea el mejor hakawati el que os embelese con un cuento tan extraño, tan autentico, tan maravilloso y tan intrigante que os inunde el corazón, sin remedio, y sin querer ponerle remedio a tan hermosa enfermedad. Porque en las historias, como en la vida, lo importante no es la historia, sino cómo se cuenta. 

 ¡Qué las historias del hakawati, os miren de soslayo y os confundan entre sus lunas orientales! 


Acerca del argumento: 

 "En 2003, Osama al-Kharrat regresa a Beirut, tras muchos años en Estados Unidos, para visitar a su padre agonizante. Allí entra de nuevo en contacto con su infancia, con la traumática guerra contra Israel, pero sobre todo con la figura de su abuelo, un hakawati o contador de historias profesional. Sus historias —sobre su llegada al Líbano como huérfano de las guerras turcas— se mezclan con cuentos tradicionales del Medio Oriente reimaginados, desde Abraham e Isaac hasta Fátima. Como un verdadero hakawati, Rabih Alameddine nos brinda Las mil y una noches de este siglo: una novela divertida y cautivadora que encanta desde sus primeras líneas. Una novela de gran calidad literaria que mezcla los mejores ingredientes de la narrativa de aventuras con la actualidad de Oriente Medio"

martes, 21 de enero de 2014

PASIONES ROMANAS de María de la Pau Janer



A todos aquellos que hemos tenido la fortuna de buscar en Roma a Roma y no hallarla, nos ha acompañado, como decía Quevedo, la Roma sepultada en sus ruinas. Y es que, Roma, es una ciudad que te quiere, te acaricia, el lugar donde deseas quedarte para siempre. 
A otras ciudades, en cambio, hay que quererlas de antemano, para que ellas apenas te esbocen una sonrisa, y lo del : "quedarte para siempre", se diluye con excusas poco declarables. 

Roma, por el contrario, es directa, como el amor con mayúsculas. Te abraza, sin reservas. Vivir en Roma, disfrutando de sus plazas, de sus calles, de su cielo, del ingenio de sus gentes tejido por los siglos, te convierte en una persona capaz de elaborar un olvido con memoria. 

De entre los autores que la han loado, Janer es la que coincidió con mi tiempo en Roma. Sus "Pasiones Romanas" fueron las mías. Siempre hay un libro que se eleva por encima de los otros y queda ligado a un lugar. Éste, además, estableció una estrecha complicidad con mis secretos. 

He tardado en invitaros a esta novela, porque deseaba hacerlo en un momento de esos que tienen un no sé qué, sin ilación lógica. En un momento a las afueras de la atonía. No en un momento medidor de tiempo. Porque hay momentos que construyen reencuentros, en la brevedad de nuestras frágiles vidas. Momentos que por mérito propio nos pertenecen. ¡Y helo aquí, todo vuestro! 

 Hoy os invito al vértigo de los momentos irreflexivos que no esperamos, porque ya no ocupan un lugar corpóreo en nosotros, pero que de repente, como por arte de magia, aparecen y conforman todas las posibles conjugaciones de los verbos y se funden en una algarabía de pasados, presentes y futuros. 

Os invito a depositar en El Pasquino, vuestros maltrechos deseos, aquello que un día os arrebató el destino. El Pasquino guarda las palabras. Está repleto de papeles escritos, que liberan secretos que duelen. Cuando ya esté emborronada vuestra tinta por la intemperie, habrá amainado el dolor.

 ¡Sacad todos los miedos y dejad que El Pasquino decida el tiempo del olvido! 

Después, dejaos acariciar por el sol del Trastevere, por el aroma no sacro del Campo dei Fiori, por la delirante Piazza Navona, perdeos por los crepúsculos, pulular por las calles, y sentir que doblan por vosotros todas las campanas...

 ¡E irremediablemente Roma será vuestra pasión! 




Acerca del argumento:

 "En lugar de subir al avión que debe llevarlo de vuelta a su hogar, un hombre decide en el último momento desafiar al destino y emprender una travesía muy diferente. ¿Podrá recuperar en Roma a la mujer que dejó marchar años atrás? Ignacio no puede saber cuánto queda en Dana de la pasión que los arrebató y se truncó tan injustamente, pero prefiere el vértigo de esta decisión irreflexiva a la atonía en la que ha entrado su vida. Con esta inolvidable historia sobre la fascinación y el infortunio del amor, sobre los golpes ocultos del destino, Maria de la Pau Janer nos ofrece una magnífica novela, llena de sensualidad, de emociones y de personajes que alcanzan nuestra fibra más íntima"
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