viernes, 1 de junio de 2018

EL MUNDO CONOCIDO de Edward P. Jones


Hoy os invito a una copa del vino de la ironía ¿Aceptáis? Gracias. El sabor del vino de la ironía no es algo ajeno a la historia de la humanidad ni a la naturaleza del ser humano. Con todo, tal vez se nos haya pasado por la cabeza, alguna vez, que una ley es capaz de obrar milagros y hacer buen vino de una «cepa enana». Pues no, esas ideas son placebos de poca monta. ¡Y lo sabemos! 

Las leyes tienen autor, denominación de origen. Y los autores/ legisladores tienen intenciones... Además, el tema de los milagros y las leyes se me antoja tan complejo como el de los dioses y los vinos... 

Vamos, pues, a adentrarnos en «El mundo conocido», dado que esa es la copa de vino a la que os he invitado: el vino de la ironía. 

 ¿La esclavitud quedó abolida? ¿Es agua pasada que no mueve molino? Por favor, obviar las respuestas rápidas, típicas y tópicas; saboreadlas... Porque Edward P. Jones, nos muestra en su novela «El mundo conocido» la esclavitud que ejercen los libres e iguales entre sí: los negros con los negros, pero también (y sin que suponga un esfuerzo de abstracción titánico) las mujeres con las mujeres, las mujeres con los hombres y viceversa, los blancos con los blancos, etcétera, etcétera, etcétera... 

Los mercados de esclavos están por doquier...Ser amo, parece una aspiración loable... sin dejar de ser una perversión... Ser amo de un semejante, a cualquier precio... ¡Porque precio tiene!

Sí, es una sátira en toda regla que se nutre de jurisprudencia y leyes no escritas en código o texto legal alguno del mundo llamado: civilizado. Pero esas acciones -amo/ esclavo-, son perfectamente reconocibles en el ADN de cualquier «fulano de tal». 

 Al leer la novela de Jones, el «fulano de tal» tiende a mirar para otro lado, echa los ojos hacia aquel otro tiempo, hacia algún lugar lejano donde él no ha estado (como dejando claro que aquella barbarie, la de la esclavitud, no es asunto suyo) y continúa horrorizándose con el horror de «los otros» ¿Trata, al cabo, de curar una «herida narcisista»? ¡Sea! 

 ¡Pero una cosa es la «herida narcisista» y otra la idiocia! 

¡Lo que Jones señala en la novela es la supina ironía de encontrarnos con «un negro amo», tras haber sido «negro esclavo»...! 

Y, entonces, el vino al que os he invitado adquiere el sabor de la ironía/ vinagre, con denominación de origen... ¡Mal asunto! 

 ¡Cuidaos de los mercados de esclavos! 



LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 

 «Apuesta arriesgada del jurado del Pulitzer, 2004, galardonando a un autor que, con anterioridad al título premiado, cuenta tan sólo con una colección de relatos, Lost in the city, publicada hace más de dos décadas. Y arriesgada también por premiar una novela con un argumento, el de la esclavitud, tratado “a priori” desde mil perspectivas distintas. Pero tal vez las posibles aproximaciones al tema fueran mil y una y esa “una” es la recreada por Jones: la esclavitud de los negros por los negros. En el denominado período “an-te-bellum” sureño se producía -de forma excepcional- una perversión histórica de primer orden. 

Algunos esclavos negros que habían comprado su libertad se convirtieron en “amos” de otros esclavos ésta es la situación que recrea Jones. El protagonista es Henry Townsend, antiguo esclavo, que, como antes consiguiera su padre, ha obtenido la libertad. Su intención es ser un “amo ejemplar”; pero la esclavitud tiene sus propias reglas y los consejos de su antiguo amo Robbins lo “reconducirán” por el camino correcto. éste sería el hilo conductor; sin embargo, la multitud de personajes que pueblan las páginas con sus historias relegan a un segundo plano su importancia estructural. Así, conocemos la historia del amo Robbins, enamorado de una esclava negra, o la de Moses, el primer esclavo de Henry. 

 Los logros de la novela son numerosos. Merece la pena destacar la habilidad de Jones para ficcionar la historia... aunque tal vez se trate de lo contrario. Los tempranos temores de una excesiva influencia de Tony Morrison se disipan rápidamente; en ocasiones creemos escuchar ecos de Faulkner, pues ese “mundo conocido”, el Condado de Manchester en Virginia, guarda interesantes paralelismos con el Yoknapatawpha faulkneriano. 

Prácticamente toda la acción transcurre en el mismo espacio geográfico; convencionalismo alterado al referirnos al componente temporal, sometido a una concienzuda manipulación que encuentra su coherencia en los últimos capítulos. Lo que Jones parece intentar demostrar es la aberración que supone la esclavitud. 

 Hay anécdotas a lo largo de toda la novela. Una de éstas tiene que ver con el problema que se planteó en el mercado de esclavos cuando tras un otoño especialmente duro “muchos blancos se resfriaron”; así que estudiaron la posibilidad de construir un cobertizo, “Pero Dios fue generoso al otoño siguiente y todos los días fueron perfectos para comprar y vender esclavos, y ni un alma dijo nada acerca de construir un lugar permanente, tan excelente había sido el tejado que el propio Dios había proporcionado para el mercado.” (pág. 20). Sarcasmo en estado puro». 
 JOSÉ ANTONIO GURPEGUI | 22/12/2004 | http://www.elcultural.com/revista/letras/El-mundo-conocido/10998
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