lunes, 27 de agosto de 2012

HHhH de Laurent Bienet


Laurent Binet nos sorprendió a todos con su primera novela: “HHhH”. Y hoy os invito a que os sumerjáis en las aguas profundas de uno de los episodios más conmovedores de la II Guerra Mundial, tal vez así seamos capaces de identificar los elementos de la Tercera Guerra Mundial, en la que estamos inmersos. Porque nos guste o no, las trincheras son otras, los elementos distintos, pero el denominador común: el sufrimiento, existe y nada en él es inocente.

 Sí, definitivamente Binet nos adentra en un modo desesperado por contar la Historia en el que enfrenta la ficción con la realidad. De este modo, nos hace pertenecer a la Historia sin distancias ni solemnidades. Pertenecer a la Historia, en el sentido binetniano, resulta ser tan apasionante como descubrir que todo sigue un curso predeterminado por la conducta de los seres humanos, que todavía no han aprendido a vivir sin guerras.

 Están en vigor la traición, el asesinato, la desigualdad, la codicia, la maledicencia, la falta de libertad… Todo sigue en vigor, aunque denunciemos que ocurrió hace medio siglo. 
El título HHhH esconde la frase: “Himmlers Hirn heisst Heydrich” (el cerebro de Himmler se llama Heydrich) que es lo que se decía en las SS de Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo, considerado el hombre más peligroso del Tercer Reich y una de las figuras más enigmáticas del nazismo. Laurent Binet construye este espeluznante relato como un thriller en forma de tragedia clásica. 

 Mirad a vuestro alrededor, despojaos de la ceguera y os será inevitable ver a los muertos.


 “Lo bueno de las historias verdaderas es que uno no tiene que preocuparse de dar sensación de realidad” (Pág, 34)

 “Sin duda es azaroso pretender determinar los momentos de una vida en los que la existencia da un vuelco” (Pág, 42)

 “Un tren de mercancías se para con un rechinamiento interminable. En el andén hay una larga rampa. Por el cielo se oye el graznido de los cuervos. En un extremo de la rampa hay una gran reja con una inscripción en alemán en su frontispicio. Detrás de ella, un edificio de piedra parda. La reja se abre. Es la entrada de Auschwitz.” (Pág, 239)

 “Mi historia se ha acabado y mi libro debería hacerlo también, pero descubro que es imposible terminar una historia semejante. (Pág, 389)
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