miércoles, 12 de julio de 2017

EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS de Dino Buzzati


Hoy os invito a transitar por un desierto en el interior de una fortaleza militar. Os invito a vivir o revivir «El desierto de los tártaros» (Buzzati. 1940). Es, por tanto, una invitación para valientes o para aguerridos guerreros. Para personas, al cabo, que no teman enfermar de tiempo, de silencio ni de melancolía. 

Porque, a decir verdad, no sabemos muy bien adónde vamos… ni lo que vamos a encontrar… tal vez sea un viaje sin retorno… un laberinto… una emboscada… corremos el riesgo de perdernos o desaparecer… 
¿Aceptáis la invitación? ¡Gracias! ¡Nos ponemos en marcha! 

 El desierto de Buzzati, en el interior de la Fortaleza, nos cautiva con el ímpetu de un huracán. El paisaje es árido, obscuro, de un silencio ensordecedor y claustrofóbico. Nos impresiona la vastedad del silencio…Porque advertimos que el silencio es el dueño y señor de la Fortaleza… La vida de Drogo, el protagonista, que viaja con nosotros, transcurre por el interior de la ruinosa y abandonada Fortaleza Bastiani. 

Sus muros son inextricables. Nuestra espera es larga, a prueba de desesperanza. Vamos al encuentro de un acontecimiento que jamás llega. La ausencia del enemigo en el horizonte, nos arrebata la motivación por continuar. La reclusión se nos antoja eterna y carcelaria. El miedo, el extrañamiento, el desarraigo y la soledad, que se aloja en nosotros, nos hacen encontrarnos como «en una tierra extranjera, en un mundo duro e ingrato» 

 Nos asalta la duda y el deseo de huida, pero optamos por quedarnos en la Fortaleza. Después nos asalta la ansiedad y la frustración, pues nuestras expectativas se han visto defraudadas ante la inutilidad de la espera en silencio… siempre el silencio… la desilusión… el desengaño… y, de nuevo, el silencio a voz en grito y la obscuridad… 

«El río del tiempo pasa sobre la Fortaleza, agrieta las murallas... precipita las vidas de quienes esperamos en el Fuerte a que no pase nada…». 

 «Entre tanto el tiempo corre, su latido silencioso mide la vida, no podemos ni parar un instante, ni siquiera para echar una ojeada hacia atrás. ¡Párate! ¡Párate!, quisiéramos gritar, pero comprendemos que es inútil... 
Todo huye, los hombres, las estaciones, las nubes; y de nada sirve agarrarse a las piedras, resistir en lo alto de un escollo; los dedos cansados se abren, los brazos se aflojan inertes, nos arrastra de nuevo el río, que parece lento pero jamás se para…» 

Nos invade un exhaustivo inventario de melancolía. Y en esos momentos somos plenamente conscientes de que nuestro largo y penoso éxodo está desanudándonos de nuestra vida previa al viaje, de su silencio enorme, que nos ahogaba lentamente… nos estamos desamarrando de esa vida anterior, rutinaria y monótona, que nos mataba, nos asesinaba… 

 ¡Despertamos! 

Todo ha sido un sueño… o tal vez no… 




LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 


« La fascinación que ejerce en los lectores El desierto de los tártaros de Buzzati es indisociable del espacio y de la atmósfera creados en esta novela. Este trabajo estudia los elementos que configuran ese laberinto de tiempo que es la fortaleza Bastiani, y a los “enfermos” que por él transitan, como un paradigma contemporáneo de locus melancholiae. La novela de Buzzati construye, quizá mejor que ninguna otra novela del siglo XX, un escenario simbólico difícilmente superable en la representación de la tragedia de la vida humana». 

EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS: UN PARADIGMA DE LOCUS MELANCHOLIAE. BEGOÑA ALONSO MONEDERO. IES Venancio Blanco
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