martes, 5 de diciembre de 2017

SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE AUTOR de Luigi Pirandello



Hoy os invito a un bello e interesante juego: «Seis personajes en busca de autor» de Luigi Pirandello (Agrigento, 1867- Roma, 1936). ¡De nuevo os invito al teatro! Esta obra, en sus distintas adaptaciones y siempre que he tenido oportunidad, no me la he perdido ¡Imposible! ¡Dejar de asistir a su representación me contraría sobremanera! 

Naturalmente no todas las adaptaciones me han parecido maravillosas, pero como la obra, en mi opinión, es prodigiosa, nunca me han decepcionado. Tras la representación me quedo días cavilando, buscando palabras para una idea o sentimientos para las palabras y viceversa… Al pairo, sí, me deja al pairo hasta amarrar mis emociones al abrigo de algún puerto. ¡Y ese efecto se me antoja sublime! 

 Esta invitación al teatro, es bien distinta. En esta ocasión, no podemos olvidar que somos «personajes en busca de autor». De tal modo, que pretendemos que sobre el teatro, nuestra existencia, real o falsa, sea interpretada por nosotros mismos. ¿Aceptáis? ¡Gracias! ¡Nadie saldrá ileso! 

Nos presentaremos ante un director, irrumpiendo en pleno ensayo de una obra que está preparando para estrenar, con el propósito de captar su interés  para que nos dirija como actores, desbancando a la obra y a «los actores de verdad», con la intención de interpretar nuestra vida, nuestro drama, sobre las tablas, como auténticos personajes que aspiramos a otorgar ficción teatral a nuestra historia. 

Nada obedece a una lógica externa, pues cada uno hemos de contar-interpretar, con una aparente «espontaneidad», aquello que nos atormenta o nos libera. 
Sin embargo, sí existe una lógica interna: la igualdad diferente de los seres humanos, propia de su condición. 
Todos tenemos la misma forma, pero todos somos diferentes; cada persona somos muchas personas, y vamos evolucionando y cambiando con el paso de los acontecimientos. 

Y tras lograr representar la obra, nos preguntaremos si la hemos representado. Nos despojamos de la máscara...  ¿Ciertamente hemos tenido un director?  ¿Qué sentido tiene? ¿ Todo es engañoso? 
¿ La naturaleza humana es tan imperfecta como frívola y caprichosa? 
¿El dolor y nuestra sensibilidad son dos constructos vacíos?¿ Palabrería propia de demagogos?... 

Y todo comenzará a girar en derredor, sin apenas dejarnos aire para respirar… 
¿¡Somos las sombras de nuestra propia vida!?¿¡Matamos al personaje o eliminamos la escena que no nos gusta?!...¿ Nos revelamos ante ello?... 

El tramoyista deja caer el telón… 

 ¡Abrid los ojos! 

¡Qué gran teatro es el mundo! 



 LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 


«Esta obra no tiene ni actos ni escenas, pero tiene tres momentos diferenciados. Se interrumpirá en dos momentos claves, la primera vez cuando el personaje de Padre y el Director marchen del escenario al camerino interesado por la trama de la historia de los personajes, y la segunda vez cuando por una equivocación del Tramoyista el telón cae de verdad. 
Parte Primera: La obra comienza en el escenario de un teatro en el cual comienzan ha aparecer los actores y actrices de una compañía que acuden a un ensayo de la obra que van a representar. 
Al llegar el Director éstos comienzan a ensayar la escena que les tocaba, curiosamente representan una comedia de Pirandello, el propio autor de seis personajes en busca de autor. A poco de comenzar el ensayo irrumpe en el teatro por el patio de butacas un grupo de Personajes (el Padre, la Madre, la Hijastra, el Hijo, el Muchacho y la Niña) guiados por el portero del teatro que les lleva hacía el Director. 

Estos personajes estaban buscando un autor para su drama. Después de varias discusiones con el Director el Padre consigue que éste le escuche y explicarle su historia; que no es más ni menos que eran personajes de un drama, pero su autor no quiso o no pudo llevarlos materialmente al mundo del arte. Los personajes astutamente dejan ver poco a poco sus sentimientos de unos hacía otros creando un clima de cierto interés por la compañía. El Director escuchó la siguiente historia: El personaje del Padre estaba casado con la Madre y tenían un hijo. El Padre tenía un secretario muy leal que se llevaba muy bien con la Madre, hasta el punto que sin maldad se entendían mejor que la propia pareja. Cierto día el Padre lo despidió para alejarlo de ella, pero la Madre al poco tiempo se sintió desorientada y vacía. Al observar esto, el Padre decidió echarla de su casa, porque no aguantaba verla tan triste y la llevó con el otro hombre. 
El Padre decidió que el hijo que tenían en común debía dejárselo a un ama de cría campesina para educarlo. La Madre y el otro hombre se fueron de la ciudad. El drama comienza cuando murió el ex-secretario (padre de la Hija) y esta nueva familia cae en la pobreza, obligados a volver a la ciudad de donde procedían. La Madre trabajó como modista para una tal Madama Pace, una modista de altos vuelos, que aparentemente ofrecía sus servicios a damas elegantes, pero en realidad eran estas damas la que le ofrecían a ella el servicio en una casa de citas. Fue allí donde se volvieron a encontrar el Padre, la Hijastra y la Madre, ya que él era cliente de esa casa de citas y Madama Pace obligó a la hijastra a trabajar para ella, excusándose en el mal trabajo de los modelos hechos por su madre. 
Dio la casualidad que el Padre iba a citarse con su hijastra sin saberlo; dado el largo tiempo de su ausencia, no la podía reconocer. Fue entonces cuando la Madre los encontró y el drama se disparó. El Padre finalmente los acogió como si de mendigos se tratase en su casa con su Hijo, que había vuelto hacía tiempo. 
El Director interesado en el drama accedió a ser el autor y ofreció al Padre a ir a su camerino para detallarle las escenas. El director deja un tiempo de descanso para los actores. 

Parte Segunda: Esta segunda parte empieza con las instrucciones del Director para acomodar el escenario a las exigencias de la Hijastra y de la situación en la que ocurrió la escena del encuentro del Padre con ella. 
El Apuntador pasa a ser el taquígrafo para recoger los diálogos de la escena. El Director muestra su intención de representar el drama con sus actores y no con los personajes, lo que indigna a éstos, que defienden sus ideas de que no hay nadie mejor para representar su drama que ellos mismo ya que son los que lo han vivido, y para lo que han sido creados. El Padre consigue crear un escenario parecido a la escena donde ocurrió y logra que Madama Pace se presentase en el teatro para que recogiesen los actores su papel. Al entrar Madama Pace en el escenario la Madre comienza a chillar angustiosamente por todo lo que les hizo en el pasado, la tienen que apartar para que el Padre y la Hija representen la escena con Madame Pace. 

Al acabar de representar la escena, son los actores los que tomando sus papeles representan la misma escena bajo la crítica mirada del Padre y la Hijastra. Éstos acaban por interrumpir el ensayo y deciden representar la escena del dormitorio para provocar así la impresión del Director y que les dejase interpretar la obra. Con esta escena acaba el primer acto de la obra (de los personajes), y a su vez acaba la Segunda Parte con el error del tramoyista al bajar el telón. 

Parte Terceraª: Esta última parte arranca con el segundo acto del drama, la acogida en casa del Padre de la familia. En el escenario, el Director sólo quería representar el huerto de la casa, cosa que era desvirtuar el drama porque el Hijo siempre estaba distante de la familia mostrando su indiferencia hacia ellos. El Padre no dejará de mostrar pensamientos al Director de su realidad de personaje ante la realidad de los actores lo cual acaba en enrevesadas conversaciones más bien filosóficas que artísticas. Se reanuda otra vez la narración de la historia por medio de la Hijastra que muestra los sentimientos de su familia al llegar a esa casa. El hijo intenta marcharse del escenario pero un extraño poder le impedía marcharse, estaba obligado a realizar la escena con su madre en el Huerto, era como si algo les obligase a los personajes a estar juntos, su misión, para lo que habían sido creados, era representar su drama aunque se odiasen unos a otros. Pero al intentar representar la escena ocurren cosas extrañas, el Muchacho ante la insistencia de la Hijastra en que representase su papel empuña una pistola, se vuelve a colocar tras los árboles del escenario y se reanuda la historia. Ahora la Madre cuenta como entró en la habitación del Hijo y éste se marchó. Vuelve a interrumpirse la representación ante la negativa del Hijo que acaba por discutir con su padre. Tras la discusión comienza el desenlace de la historia: El Hijo al marcharse de la habitación se dirigió al huerto y en la alberca vio a la Niña ahogada en la alberca, corrió a salvarla pero se detuvo al ver al Muchacho contemplando a su hermana ahogada se dirige hacia el pero... (en el escenario se oye un disparo). 

Los actores y personajes acuden a ver qué ha pasado, creen que no es real pero el Padre si sabe que es real. El Director piensa que todo es falso y decide marcharse del teatro, se apagan las luces y cuando se está marchando aparecen detrás del decorado las sombras de los personajes menos las del Muchacho y la Niña. La Hijastra saldrá corriendo del escenario riéndose a carcajadas. Respecto a la primera cuestión significativa, podemos observar que la obra no respeta un argumento lineal, es como si las acciones no tuviesen un sentido lógico unas detrás de otras. Esto tiene explicación porque Pirandello pretende romper con esa idea clásica de que todo tiene que tener un orden lógico y defiende que la obra tenga un ritmo interno, como guiado por los sentimientos de los personajes, aunque en la realidad sea poco lógico. En esta obra casi todas las acciones están regidas por los sentimientos de los seis personajes que se muestran entre ellos, odio, rencor, humillación, desdén, remordimiento, entre otros. También existe una ruptura del espacio, la obra se desarrolla dentro de un teatro, como si fuera teatro dentro de un teatro; en el teatro está permitido romper las leyes lógicas, en la vida real no, esto hace que haya veces que no se sepa si los personajes están actuando o no. En este punto coincide con Brecht en la idea que tenía de teatralidad dentro de la escena, y que cada escena está en función de la siguiente. 

Por este aspecto y sin desviarnos mucho el teatro de Pirandello se acerca al teatro expresionista con los juegos de luces, las máscaras que deben de llevar los Personajes para diferenciarse de los actores, y la ruptura con el teatro épico. Respecto a la segunda cuestión, la búsqueda de Dios, Pirandello la muestra claramente con el ejemplo de los personajes, creados por un autor que al final no los ayuda a poner en escena, parece que quiere decirnos que a los personajes los crea el autor, y al autor lo crea Dios; ¿Quién determina la existencia de la creación? En este punto coincide con Miguel de Unamuno, el cual también sentía esa preocupación por la búsqueda de Dios (en su última etapa cuando cae enfermo su hijo). Los dos eran filósofos y hombres de una mente compleja. Los dos tenían una amplia visión del mundo (viajaron mucho, voluntariamente o no) y habían sido influidos por muchos escritores y pensadores. Unamuno en su obra “Niebla” al igual que Pirandello crea la obra a partir de los acontecimientos que le va sucediendo al personaje (Augusto Pérez) y también coincide en que el personaje se revela al intentar su creador darle muerte marchando a Salamanca a ver a Unamuno, su creador. Pirandello al igual, no le da muerte física, sino teatral al no llevarlos a escena, y si un personaje no se materializa en una obra “muere”. Aquí Pirandello hace un teatro existencialista. Para entender un poco este conflicto nos podemos basar en el Formalismo Ruso como ejemplo, que empezó a estudiar el lenguaje, pero no sólo centrándose en el significado de las palabras como se estaba haciendo hasta el momento, sino también analizando la formación de la palabra y los fonemas. En la gran diferencia que hay en el significado de dos palabras como por ejemplo “caso” y “paso” y sólo se diferencian en un fonema. Pirandello coincide con el “relativismo” y con varios pensadores en esta idea, como Nietzsche o Bergson». html.rincondelvago.com/seis-personajes-en-busca-de-autor_luigi-pirandello.html

miércoles, 29 de noviembre de 2017

LA MODIFICACIÓN de Michel Butor


Hoy os invito a un viaje en tren, París-Roma. Un viaje lento. En tercera clase. En el mismo vagón, junto a nosotros, se sienta Michel Butor. Está escribiendo «La Modificación», es el año de 1957, y se dirige a nosotros en todo momento. Nos implica. Nos pregunta. Despierta nuestra curiosidad y ésta, a su vez, se pone a trabajar como un orfebre, conocedora de su oficio. 

La primera vez que leí «La Modificación» supe -y esto tuvo que ver con quien me regaló el libro-, que en ese viaje mi mirada sería la de una poeta malcriada y que sentiría el placer manierista de acariciar pensamientos frente al paisaje, un paisaje que estaba dentro de mí. Os confesaré que me marcó definitivamente, en mi afición como lectora y escritora. Porque eso es lo que soy, desde niña, una aficionada, una aficionada que necesita leer y escribir. De tal modo, que os invito a un viaje, que he realizado y sigo realizando a diario. 

«La Modificación» únicamente es literatura. Porque finalmente prima la curiosidad, pero muy lenta. No existe en la obra una trama forzada para mantenernos en vilo. No. Es un viaje en donde el sosiego y el pensamiento, rodean la intimidad deliciosa del silencio y la curiosidad brota en una suerte de asombro inesperado. 

«La Modificación» a buen seguro, os hará mirar los paisajes de París a Roma desde vuestro interior más sensible, os hará repensar el amor como una historia que explota, se desgasta y se vacía con la rutina y la desatención. O, por el contrario, advertiréis que el azar obstinado nos puede presentar, de repente, un amor y que en éste, nos reconozcamos y nos reconozca, y nos vuelva presos de lugares y de momentos que se nos antojen únicos, porque definitivamente ese amor era el nuestro. El que no esperábamos. 

Y así seremos plenamente conscientes de que cambiar las cosas es vivir. Y dejarlas como están es una forma de muerte, lamentable y penosa. 

 ¡Os deseo que el lento viaje París-Roma, junto a Butor, os llene el corazón de decisiones!

¡ Bon voyages! 

P.S.  ¡Ah! No perdáis el tren! 


 LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA


«Alumbra, todo se alumbra, toda la literatura se alumbra, cuando te encuentras con libros como este. La lectura por la lectura, el puro placer de leer textos que no buscan que sudes con la protagonista, que no haya cuestas, que mires la espalda con temor, que leas un texto como una autopista, o pretendan animarte con masajes de letras con aceite, no lo necesitan; son textos que no buscan excitarte, no buscan darte miedo, no buscan enfadarte, ni siquiera esperan que llores por ese final. No. Solo cuentan una historia que si me la leyeran provocaría en mí un estado de curiosidad placentera, de pensar que de verás es bello -el puro gusto por una cosa hermosa, bien contada, con rasgos de poesía, con la mirada que deja un poeta mimado-, pensaría, pues, que es como acercarme al lado donde me siento cómodo estando callado, escuchando y mirando un paisaje, el mismo paisaje por donde paseé toda mi vida, en el que conozco sus rocas desgastadas, el mismo paisaje donde suena igual el viento cada día. Pero este libro, no te confundas, no habla desde los tópicos literarios, no habla desde la falta de imaginación, no solo no lo hace, sino que lo hace desde la pura inventiva literaria, desde el riesgo, desde la no búsqueda del lector masivo, de la lectura fácil o, como dije, los fuegos artificiales temáticos o sorprendentes finales. ¿Por qué la llamo pura literatura? Supongo que empiezo mal, debería reescribirlo: ¿Por qué la llamo mi tipo de literatura en estado puro? Pues es simple, para mí la novela no solo debe tener un tema adecuado o que me satisfaga o que sea bueno o, quiera Dios, solo sea mínimamente atractivo -tampoco exijo mucho-, sino que tiene que estar bien escrito -es evidente-y ser original en su forma de escribir; y que no sea, siempre, una mera sucesión de ideas y frases con corrección y sentido, una exposición académica de la teoría literaria o del buen escritor, o de la novela lógica y la técnica de siempre y el espacio, tiempo que no se muevan de mi lado, agarraditos a mí. No digo que siempre debe ser así, pero agradezco, mucho, cuando se me aparece, -espectro halagador- un escritor que innova - o innovó-, apuesta, rasga papeles, personajes, textos, ideas; que se recrea en descripciones, es cortante en su preceptos o en su frases, tiempos y espacios, y, claro, lo hace bien. Da igual que se llame Oulipo, Nouveau roman o Realismo sucio o... ¿Qué es original en “La modificación”? Lo más evidente es la voz narradora que se dirige en segunda persona al protagonista, ese “usted” que dirige al lector hacia esa hombre -amante, marido, padre, engañador, perdedor, masivo, ciego, escritor, inventor, aburrido voyeur... es todo esto y no lo es...- que se mueve por el texto como centro de un universo de pocas personas y ciudades que orbitan a su alrededor, con elipses extrañas que las acercan y alejan en un solo momento. Pero esa voz narradora es engañosa, podría pensarse que es un mero artificio literario que busca sólo originalidad o cambio, o para probar tesis literarias. 

No, nada más lejos de la realidad; dicha voz, dicho narrador, permite al lector que pueda variar, incluso provocar inquietud o enseñar una confusión buscada. sobre quién está narrando en un momento dado la novela: a veces parece un narrador omnisciente, lo sabe todo del pasado, del presente y del futuro, pero otras veces pudiera pensarse que ese mismo narrador que habla -se dirige a él- de usted al protagonista es el mismo protagonista, es su mente que vaga entre los papeles y se dirige a sí mismo, o , incluso va inventando la novela, y creando una segunda novela en su cerebro con los personajes secundario y silenciosos que le acompañan en el mundo cerrado del vagón donde transcurre casi toda la historia. Por otro lado, en otros momentos, aparece esa voz narradora, como un ser que crea el futuro, que va creando un futuro inexorable para el protagonista, un dios creador, que puede ser una mera invención mental del protagonista, pero también una construcción meta literaria, o una mera posibilidad o.... 

Las voces narradoras, por lo tanto, varían sin que tengan solución de continuidad, saltan de un un mero sueño-pesadilla-, a esas otras de un narrador-dios-literario que todo lo sabe, que todo sabrá, o , como dije, saltar al propio protagonista inventando historias o recordando el pasado. Si así es el narrador, debe comprenderse -lo necesita el texto-que en esta novela no se puede buscar una tradicional lectura y compresión de tiempo y espacio, que varían de una frase a otras, para lo que debes estar preparado y atento, para saber si la CÉCILE o la HENRIETTE que lees son presentes, pasadas, futuras; están en Roma o en París. Y te dirás qué tiene eso de divertido, que si es extraño y difícil de leer: pues lo cierto es que no, es una novela en la que encajas las piezas del puzle, en continua creación, con suma facilidad. Pequeñas pista te van dejando en cada momento en el espacio y tiempo en el que ocurre al escena; una pequeña piedra en el suelo del tren , un nombre de una calle romana, una paisaje, un libro sin abrir, la cara de una persona, un olor, la lluvia en los cristales, las luces que se ven con el paso del tren, el nombre ciudades, El Vaticano, la sotana de un cura.... Pequeños detalles que abundan, apuntan, ayudan, recrean, admiran y hacen bella la novela; con esa belleza de lo particular, de lo mirado con curiosidad y amor por lo sencillo, por lo poético de un cosa que no parece tener importancia en el conjunto de una escena y es hermosa en el detalle mirado con ojos minuciosos. 

 El libro habla de paisajes de París y Roma, habla de las personas, de una pareja que se amaba y que la edad, los años, la incomunicación... hace que se distancie, y, tras ello o junto a ello o por ello, aparezca otro amor, o un posible amor, o un intento de amor, o un falso intento de amor o una pasión intolerablemente cierta, que hace que, en este caso, el marido vea que puede rejuvenecerse con el contagio de la juventud de otra mujer. Sabedoras de que las historias son bombas que explotan y se vacían enseguida, otras personas pretenderían ser más conscientes que las historias se repiten y se vuelven presas de los lugares donde discurre, de las momentos en las que pasa, de las botas de asfalto y plomo que se atan a sus pies, pero nuestro protagonista quiere luchar para que las cosas no sean como son siempre, por su parte. 

 En un tren que sale de París, un exitoso jefe de un sucursal francesa de unas máquinas de escribir italianas entra en un vagón de tercera, para viajar a Roma, donde quiere dar una sorpresa a su amante Cécile, entonces le dirá que ha decidido dejar a su mujer, por fin. La novela hablará de los pensamientos de ese hombre para lo que fue la relación con su esposa Henriette, sus hijos y con esa amante, y lo que es ahora, y se describe la posibilidad o certeza de lo que será esa relación en el futuro, cómo cambiará su vida con la vida en común con Cécile....con sus nuevas perspectivas. 
Eso es básicamente la novela, pero sería estúpido por mi parte dejarlo así, porque las raíces de la novela serán esas, pero parte del tronco y las ramas serán también las ciudades de Roma y París casi como personajes con voz y mirada en al novela; son, así, personajes vivos que entran , influyen cambian la novela; como lo son los viajeros que entran y salen del vagón donde transcurre el presente de la novela, todos ellos serán actores que participaran en el transcurrir de la novela sin decir una palabra, y serán un hecho casi meta literario en la novela, porque el protagonista los inventará, a su vez, como sus protagonistas, inventando nombre, historia pasada, presente y futura.»
https://wineruda-literatura.blogspot.com.es/2017/02/la-modificacion-de-michel-butor.html

martes, 31 de octubre de 2017

LA CANTANTE CALVA de Eugène Ionesco


Hoy os invito al teatro ¡Me fascina el teatro! Debe ser de las pocas cosas que no me remiten a lo virtual. ¿Aceptáis? Muchas gracias. Patio de butacas. Por favor, tomad asiento. ¡Se levanta el telón!  
Corren tiempos sin tiempo para la conversación, tiempos de hartazgo informativo, tiempos de absurdo que ni con lupa somos capaces de leer. Y« La cantante calva» de Eugène Ionesco, (Slatina, 1909 - París, 1996) se me antoja sublime, para bajar los humos a tanta charlatanería barata. 

No sabremos muy bien si asistimos a un drama o a una comedia. Tampoco lo sabemos fuera del teatro: la vida es puro teatro… y el teatro, vida en estado puro… ¿Hallaremos el sentido del sin sentido? ¡No tengo la menor idea! 
Ionesco decía que el humor es «lo cómico como expresión de lo insólito», y lo insólito nos lleva a la hilaridad». Pues debemos habitar en un tiempo insólito, por cómico. 

Ionesco, dice Luis Luque, tenía mucho miedo a los totalitarismos. ¿Y quién no? ¡A mí me aterran! «Ese es un miedo compartido; ahora los lobos no van disfrazados de ovejas, llevan otros disfraces, pero siguen siendo lobos. Las banderas y los idiomas se emplean como instrumentos de confrontación; el nacionalismo está floreciendo de una manera terrible y nos seguimos apasionando, nos seguimos peleando y nos seguimos destrozando por el amor a la tierra o al contexto cultural. 
Y de eso hacemos nuestra guerra personal y consideramos menores -y peores- la esencia y la cultura del otro. Se alude a elementos emocionales pero lo único que se busca es poder». 

Más allá del contexto y el conflicto social, se encuentra el ser humano. «Ionesco -asegura Luque- era un existencialista nato... Aunque él no lo supiera. Era un hombre muy analítico, muy reflexivo, muy complejo. Y al mismo tiempo muy sencillo: era un hombre que amaba la Naturaleza, y en ella se sentía en calma. 

 Él se pregunta qué es la existencia. Pero es una pregunta sin respuesta que está en esta función. Los interrogantes aparecen enmascarados en el humor, que es un vehículo increíble para introducir muchas cuestiones. 
En este mundo de impaciencias las preguntas sobre quiénes somos te llevan a callejones sin salida». 

 ¡Deseo que hayáis disfrutado de la función! 



 LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 

Con la música de Dios salve a la Reina, un telón semitransparente, donde se ve dibujada la bandera inglesa, va subiendo lentamente. En un salón austero pero majestuoso, desciende, entonces, un gran reloj que marca las doce horas. “Vaya, son las nueve. Hemos comido bien. Sopa, pescado, patatas con tocino, ensalada inglesa”. La mujer, sentada en el suelo con una taza de té, comienza así un relato inconexo y sin sentido, frente a su marido, que lee absorto el periódico en una silla cercana, sin levantar la vista del papel. Palabras y palabras sin sentido y lanzadas al aire, en una imagen perfecta de la incomunicación y del absurdo. Sesenta y siete años después de su estreno en París, en 1950, La cantante calva, primera obra dramática de Eugène Ionesco (Slatina, 1909- París, 1994) y ejemplo nítido del teatro del absurdo llega al Teatro Español, en un montaje dirigido por Luis Luque. 

La obra, con traducción y versión de Natalia Menéndez, actual responsable del Festival de teatro Clásico de Almagro, estará en cartel hasta el próximo 11 de junio. Adriana Ozores, Javier Pereira, Helena Lanza, Fernando Tejero, Carmen Ruiz y Joaquín Climent protagonizan esta historia circular, mezcla impecable de comedia y amargura, producida por el Teatro Español y Pentación Espectáculos. Le tenía muchas ganas Luis Luque (Madrid, 1973) a esta obra cumbre del teatro del absurdo. 

Director de El señor Ye ama los dragones o El pequeño poni, ambas con texto de Paco Bezerra, o la versión de Alejandro Magno, que estrenó el año pasado en el festival de Mérida, Luque asegura que el teatro del absurdo es lo más cercano al contexto real de la sociedad de hoy. “Ionesco, cuando salía a la calle, confesaba que no entendía ni lo que ocurría, ni lo que se decía. Esta misma sensación la tengo yo muchas veces El enigma de nuestra existencia es incomprensible. 

Cuando uno acaba de leer la obra, te invade una sensación feliz pero también amarga. Son escenas cotidianas sobre la incomprensión y la incomunicación de la gente”, asegura el director que se estrena por primera vez en el reverenciado escenario del Español. La intriga planea en este texto ensoñador, sobre el encuentro de dos parejas en un palacete caduco y algo rancio, al que se unen una sirvienta fogosa y disparatada y un bombero en busca de un fuego inexistente. “Es una obra de juegos sin sentido que nos traslada a un mundo de soledad y aislamiento, de parloteo constante, de intento de volver a empezar. En este sentido, es un texto absolutamente contemporáneo”, añade Luque que también resalta el contexto de la Europa devastada de los años cincuenta en el que se estrenó la obra y el actual. “Acababan de sufrir dos guerras mundiales y los movimientos culturales eran muy reactivos. Ahora estamos más adormecidos y alienados, pero la crisis también ha devastado la sociedad y el hombre se encuentra en un lugar caótico y disparatado. 

Ionesco apuntaba ya entonces la aparición de los totalitarismos, algo que tenemos hoy muy presente. Los totalitarismos pueden llegarnos de cualquier lado, de cualquier signo”, explica el director. No se siente especialmente apabullado Luis Luque ante el montaje de La cantante calva, una obra de vanguardia que sigue llenando los escenarios de medio mundo (El Théâtre de la Huchette de París lleva sesenta años representándola ininterrumpidamente). “Es lo mismo que montar un clásico. 

Intento hacer el mismo trabajo honesto de análisis que hago con todo, siempre compartiendo con los actores. No hay que tener miedo a nada. Seguro que hay miles de cantantes calvas mucho mejores, pero ésta es la mía y espero que se valore desde ahí”. La música, elemento fundamental de esta función, obra de Luis Miguel Cobo, va guiando con todo tipo de sonidos del siglo XX esa “no acción dramática de la obra”, aupando, llenando y envolviendo el mundo de ruido y de furor. 
El absurdo de esa cantante calva, que en ningún momento aparece en la obra, provoca la risa más turbadora. Una obra a la que hay que acercarse, dice Natalia Menéndez, sin buscar explicaciones. “De lo que se trata es de sentir algo de asco mezclado con risa”. https://elpais.com/cultura/2017/05/03/actualidad/1493792571_610783.html

lunes, 11 de septiembre de 2017

LA CONDICIÓN HUMANA de André Malraux


Hoy os invito a una lamentable masacre. Lamentables lo son todas. Ésta, la masacre de Shanghái de 1927, es una más de las que llevamos los seres humanos sobre nuestras espaldas. En esos tres días que duró la masacre de Shanghái hubo una aniquilación. 
De nuevo la sinrazón tomó la batuta y la orquesta, gregaria y obediente, la obedeció al pie de la letra. 

«La condición humana» escrita por André Malraux en 1933, logra una simbiosis magistral acerca del antagonismo existente entre el capitalismo y el comunismo. En aquel otro tiempo de principios del siglo XX, esta cuestión iniciaba su experimento. 

A decir verdad cuando leí la novela me detuve más en las reflexiones filosóficas, tal vez por deformación o porque el experimento de los regímenes políticos que se planteaba en la novela ya habían arrojado suficientes resultados... 

Sea como fuere, lo cierto es que esa mezcla de «soledad frente al destino, dignidad ante la adversidad, solidaridad con los desfavorecidos y ansia de transcendencia», fue lo que me hizo asidua de círculos de debate. 

En ellos tuve la fortuna de profundizar, con personas sabias, acerca del enigma de la condición humana; y mi espanto se espantó de sí mismo. Hecho éste que le vino muy bien a mi orgullosa ignorancia. 

Finalmente estaba en situación, después de todo, de admitir la alegría y el terror de ser y de existir. He de resignarme y confesaros que fue sumamente difícil. Pero, al cabo, me gusta lo difícil…y el asunto de la condición humana me sigue teniendo atrapada… 
Pero, atrapada, con una condición suficientemente humana: trato, pese al horror y las masacres y los desmanes, de vivir una vida humana. 

 ¡Deseo que os dispongáis a vivir vidas humanas! 


 LO QUE SE HA ESCRITO A CERCA DE LA OBRA 

 «La novela narra un episodio de la guerra civil china, que enfrentó desde 1927 hasta 1949, al partido Kuomintang dirigido por Chiang Kai-shek, con el Partido Comunista Chino, aliados hasta entonces en su objetivo de consolidar la unidad de la República China frente a los llamados señores de la guerra. 
El episodio en el que concentra la novela es la llamada masacre de Shanghái, de abril de 1927, en la que el ejército de Chang Kaï- Chek, incitado por los representantes de las potencias europeas con fuertes intereses económicos en China, detienen y ejecutan a los obreros y sindicalistas encuadrados en el Partido Comunista, que habían tomado en su poder la ciudad de Shanghái. 

Esa guerra civil culminaría en 1949 con la llegada al poder de Mao Tse Tung y la consiguiente instauración de la República Popular China y el exilio de su oponente a la isla de Taiwán. André Malraux había pasado algunos años en el extremo Oriente (especialmente en Indochina, pero también en China) en la década de los años veinte. Fruto de esa experiencia vital fue la que se conoce como “trilogía asiática”, formada por las novelas Les conquerants / Los conquistadores (1928), La voie royale / La vía real (1930) y la que nos ocupa, La condition humaine / La condición humana (1933)»

miércoles, 9 de agosto de 2017

ARCHIPIÉLAGO GULAG I de Alexandr Solzhenitsyn


Hoy os invito a examinar un documento de archivo. Os invito a un ejercicio saludable. Admito que «Archipiélago Gulag» de Solzhenitsyn, al ser un monumento a la verdad, a la verdad cruel de los «campos de trabajo» puede resultar denso y asfixiante. Cuando lo leí, hube de tomar tiempo para respirar… Y, aún así, hasta el aire me parecía obsceno. 
 Se trata de un libro autobiográfico y descarnado. Solzhenitsyn fue detenido por opinar diferente… fue detenido y llevado a un «campo de trabajo» desde 1945 a 1956 por atreverse a pensar… Y pese a ello, pudo contarlo minuciosamente para que no olvidáramos… para que no se volviera a repetir… 

Obtuvo el Nobel en 1970, pero su persecución no cesó y hubo de exiliarse. Al cabo, había contado al mundo la verdad del infierno que construyen los hombres aferrados «a su» verdad: ¡la mentira del pensamiento único! 
Por tanto os invito a examinar un documento de archivo, autentico y fiable, en él hallareis miedo, dolor, frío, hambre y muerte; elementos todos, con los que los regímenes totalitarios enmudecen cualquier discrepancia acerca de su verdad única y absoluta. 

 El libro me lo regaló un amigo, allá por la década de los años ochenta del pasado siglo, fue un regalo «envenenado» que, sin embargo, me ayudó a comprender la libertad; sí, esa libertad de la que tantos de nosotros disfrutamos en el día a día y que no alcanzamos a otorgarle una naturaleza inviolable. 
Incluso, a veces, la despreciamos y nos sumamos a una retahíla de gregarismo e idiocia indolente. Y, cabe preguntarse, nos adherimos a ese tedio... ¿para ir dejando pasar la vida y el tiempo en el seno de un «bienestar», deplorable y absurdo? No, debe de haber algo más… 

Tras la lectura de «Archipiélago Gulag» mi repulsa hacia aquellos que pisotean los derechos humanos (que ya existía en mi conciencia) despertó sentimientos de aborrecimiento. Y es que la injusticia, que nos relata Solzhenitsyn, es de tal calibre que no queda en la persona nada con lo que poder defenderse… 

¡Os deseo que opongáis resistencia a los profetas del pensamiento único! ¡Es un ejercicio saludable! 
¡Lástima que este tipo de ejercicios no se hagan «virales» en las «redes sociales», ni estén presente en las pasarelas de moda…! 

¡Os deseo que creéis «tendencia» a favor de la libertad! 


LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 


«Archipiélago Gulag era el nombre de la red de campos de internamiento y de castigo soviéticos donde fueron recluidos millones de personas durante la segunda mitad del siglo XX. En este monumental documento, Solzhenitsyn, que estuvo confinado en uno de esos campos, reconstruye minuciosamente la vida en el interior de la industria penitenciaria en tiempos de la Unión Soviética. Con este primer volumen, al que le siguen dos más, se inicia la traducción íntegra, por primera vez en nuestro idioma, de este legendario testimonio –redactado entre 1958 y 1967– que estremeció los cimientos del totalitarismo comunista. La traducción se ha realizado a partir de la edición de 1980, revisada y ampliada por el autor, y considerada por él la definitiva. Este primer tomo recoge las dos primeras partes («La industria penitenciaria» y «Perpetuum movile») de las siete que componen este relato del horror que vivieron millones de personas». 

Alexandr Solzhenitsyn (1918, Kislovodsk, Cáucaso del Norte-2008, Moscú) estudió ciencias en Rostov y en 1942 fue enviado al frente. En 1945, detenido por «delitos de opinión», fue internado hasta 1956 en un campo de trabajo, donde vivió gran parte de la experiencia relatada en Un día en la vida de Iván Denísovich (Andanzas 677) y en Archipiélago Gulag (Tiempo de memoria 47/1-3). Rehabilitado, volvió a tener graves problemas a partir de 1967. Pese al Premio Nobel, concedido en 1970, su situación se agravó hasta el punto de que, en 1974, fue expulsado de la URSS. Tras veinte años de exilio en Estados Unidos, volvió a Rusia, donde murió. Además de las obras citadas, Tusquets Editores ha publicado sus novelas El primer círculo y Pabellón de cáncer (Andanzas 175 y 193), así como sus textos Cómo reorganizar Rusia y El «problema ruso» al final del siglo XX (Ensayo 14 y 25). Los dos relatos del presente volumen, que ofrecemos en una nueva traducción a partir de la versión definitiva del autor, y con un iluminador epílogo del traductor, se basan en sendas historias reales, convertidas, gracias a la maestría narrativa de Solzhenitsyn, en dos pequeñas joyas literarias. https://www.planetadelibros.com/libro-archipielago-gulag-i/202624

miércoles, 12 de julio de 2017

EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS de Dino Buzzati


Hoy os invito a transitar por un desierto en el interior de una fortaleza militar. Os invito a vivir o revivir «El desierto de los tártaros» (Buzzati. 1940). Es, por tanto, una invitación para valientes o para aguerridos guerreros. Para personas, al cabo, que no teman enfermar de tiempo, de silencio ni de melancolía. 

Porque, a decir verdad, no sabemos muy bien adónde vamos… ni lo que vamos a encontrar… tal vez sea un viaje sin retorno… un laberinto… una emboscada… corremos el riesgo de perdernos o desaparecer… 
¿Aceptáis la invitación? ¡Gracias! ¡Nos ponemos en marcha! 

 El desierto de Buzzati, en el interior de la Fortaleza, nos cautiva con el ímpetu de un huracán. El paisaje es árido, obscuro, de un silencio ensordecedor y claustrofóbico. Nos impresiona la vastedad del silencio…Porque advertimos que el silencio es el dueño y señor de la Fortaleza… La vida de Drogo, el protagonista, que viaja con nosotros, transcurre por el interior de la ruinosa y abandonada Fortaleza Bastiani. 

Sus muros son inextricables. Nuestra espera es larga, a prueba de desesperanza. Vamos al encuentro de un acontecimiento que jamás llega. La ausencia del enemigo en el horizonte, nos arrebata la motivación por continuar. La reclusión se nos antoja eterna y carcelaria. El miedo, el extrañamiento, el desarraigo y la soledad, que se aloja en nosotros, nos hacen encontrarnos como «en una tierra extranjera, en un mundo duro e ingrato» 

 Nos asalta la duda y el deseo de huida, pero optamos por quedarnos en la Fortaleza. Después nos asalta la ansiedad y la frustración, pues nuestras expectativas se han visto defraudadas ante la inutilidad de la espera en silencio… siempre el silencio… la desilusión… el desengaño… y, de nuevo, el silencio a voz en grito y la obscuridad… 

«El río del tiempo pasa sobre la Fortaleza, agrieta las murallas... precipita las vidas de quienes esperamos en el Fuerte a que no pase nada…». 

 «Entre tanto el tiempo corre, su latido silencioso mide la vida, no podemos ni parar un instante, ni siquiera para echar una ojeada hacia atrás. ¡Párate! ¡Párate!, quisiéramos gritar, pero comprendemos que es inútil... 
Todo huye, los hombres, las estaciones, las nubes; y de nada sirve agarrarse a las piedras, resistir en lo alto de un escollo; los dedos cansados se abren, los brazos se aflojan inertes, nos arrastra de nuevo el río, que parece lento pero jamás se para…» 

Nos invade un exhaustivo inventario de melancolía. Y en esos momentos somos plenamente conscientes de que nuestro largo y penoso éxodo está desanudándonos de nuestra vida previa al viaje, de su silencio enorme, que nos ahogaba lentamente… nos estamos desamarrando de esa vida anterior, rutinaria y monótona, que nos mataba, nos asesinaba… 

 ¡Despertamos! 

Todo ha sido un sueño… o tal vez no… 




LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 


« La fascinación que ejerce en los lectores El desierto de los tártaros de Buzzati es indisociable del espacio y de la atmósfera creados en esta novela. Este trabajo estudia los elementos que configuran ese laberinto de tiempo que es la fortaleza Bastiani, y a los “enfermos” que por él transitan, como un paradigma contemporáneo de locus melancholiae. La novela de Buzzati construye, quizá mejor que ninguna otra novela del siglo XX, un escenario simbólico difícilmente superable en la representación de la tragedia de la vida humana». 

EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS: UN PARADIGMA DE LOCUS MELANCHOLIAE. BEGOÑA ALONSO MONEDERO. IES Venancio Blanco

domingo, 11 de junio de 2017

LA VIDA INSTRUCCIONES DE USO de Georges Perec


Hoy os invito a una novela-puzzle. Os pido permiso para dedicar esta novela a un invitado de honor. ¿Permiso concedido? Gracias por vuestra amabilidad. A decir verdad la tenía reservada para él desde que la leí, hace muchos años. 
Es un hombre joven que un día fue un niño al que, entre otras y variadas aficiones, le deleitaba hacer puzzles. Ahora comienza uno de los puzzles más importantes de su vida… y, tal vez, estas «instrucciones de uso» le sean útiles para armonizar la vida y la felicidad, ese «imposible necesario» del que nos habla, magistralmente, Julián Marías. 


En la novela «La vida instrucciones de uso» que George Perec publicó en 1978, nos dice que «la verdad última del puzzle: a pesar de las apariencias, no se trata de un juego solitario: cada gesto que hace el jugador de puzzle ha sido hecho antes por el creador del mismo; cada pieza que coge y vuelve a coger, que examina, que acaricia, cada combinación que prueba y vuelve a probar de nuevo, cada tanteo, cada intuición, cada esperanza, cada desilusión han sido decididos, calculados, estudiados por el otro». 

 Si el hombre joven, invitado de honor de estas líneas, tiene en cuenta esta premisa, no sería de extrañar que pudiese ser el autor-creador de su propio puzzle, de su propia vida… Le animo a ello… 

Sé que en París culminó otro puzzle importante de su existencia… Y la novela comienza en un antiguo edificio parisino entre los pisos tercero y cuarto del número 11 de la calle Simon–Crubellier, del barrio de la Plaine Monceau. 

 Parece que las piezas van encajando… 

 En la novela-puzzle de George Perec, se relatan más de un centenar de historias diferentes, no todas relacionadas con personajes del edificio. Estas historias acontecen entre los años de 1833 a 1975. Hasta aquí todo puede habernos sucedido, estar sucediéndonos y/o sucedernos en el futuro… 

Las piezas siguen encajando… 

 Algunas de estas historias están vinculadas con la historia principal de la novela, la de Percival Bartlebooth, un multimillonario «que ha organizado su vida en torno a los rompecabezas, y que para llevar a cabo su proyecto ha recorrido el mundo y recurrido a varios otros habitantes del edificio…». 

 Cada capítulo es una pieza del puzzle… El invitado de honor de estas líneas, sabe y ama la música… Y en el capítulo 2 tenemos un piano… 
 «…El salón de la señora de Beaumont está casi enteramente ocupado por un gran piano de concierto, en cuyo atril se puede ver la partitura cerrada de una famosa canción americana, Gertrude of Wyoming, compuesta por Arthur Stanley Jefferson…» 

Las piezas siguen encajando… 


 ¡Le deseo, al invitado de honor, y os deseo a todos y a cada uno de vosotros que finalicéis, como autores, el puzzle de vuestras vidas! 



 LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 


«Considerada desde su aparición como una obra maestra y se le concedió el prestigioso Premio Médicis. Con los años su importancia no ha dejado de crecer. Así, esta obra maestra inclasificable de la que se ha dicho que es un compendio tan enciclopédico como la Comedia de Dante o los cuentos de Canterbury de Chaucer, y, por su ruptura con la tradición, tan estimulante como el Ulises de Joyce- fue galardonada como la mejor novela de la década 1975-1985 en la encuesta realizada por Le Monde en el salon du livre de 1985.entre la primera idea de la novela y su realización transcurrieron nueve años. Perec hablaba así de su proyecto: en otra ocasión afirmaba que efectivamente, cada capítulo se parece a un fragmento de un gigantesco, fascinante puzzle, cuyo epicentro lo constituye una casa parisina de la calle Simon-Crubellier: Cada pieza del puzzle es un capítulo y lleva una indicación sobre sus inquilinos de hoy y de ayer, reconstruyendo los objetos, las acciones los recuerdos, las sensaciones, las fantasmagoría. Siguiendo el orden sabiamente entretejido por Perec, asistimos a la formación de un microcosmos construido por una serie de vivencias, una prodigiosa concatenación de existencias, de vida vivida o simplemente soñada». http://www.quelibroleo.com/la-vida-instrucciones-de-uso

lunes, 15 de mayo de 2017

LA ESPUMA DE LOS DÍAS de Boris Vian



Hoy os invito a un libro controvertido. No tuvo éxito entonces, 1947, ni parece que en nuestros días, los «entendidos», le otorguen un veredicto absolutorio. A mí, sin embargo, me hizo pasar unas horas deliciosas. Y ahora que tengo un “blus compartido”, lo he releído y me ha procurado toda suerte de hermosas e inesperadas sensaciones... 
Tal vez sea zafia su prosa, tal vez no tenga “el nivel” de otros autores coetáneos. ¿Y qué? Quizás así lo quiso su autor, al que la vida lo dejó a medio vivir. 

Afloran en esta novela, como en tantas otras, tres formas de amor: el amor loco, el amor imposible, y el amor físico. Denuncia, asimismo, las inhumanas condiciones del trabajo, en donde los trabajadores se nos presentan como si fueran máquinas. No en vano el jazz está omnipresente en la novela. Las ciénagas, el ambiente húmedo de los bayous de Luisiana, cuna del jazz, es la cuestión que, entre líneas, pretende pasar de lo real a lo irreal. Líneas a donde llegan remesas de esclavos… 

Las estaciones marcan un tiempo impreciso, manejable... Al cabo, ¿a quién de nosotros no le pasa el tiempo de este modo? ¿A quién de nosotros el jazz no le produce efectos de gritos de libertad, de dolor de esclavitud? 
El jazz hemos de escucharlo con el corazón y con los pies y no con la cabeza, y eso lo consigue Boris Vian, con su prosa de absurdos extraños y sus tiempos a destiempo. 

También  está presente el elemento religioso en contraposición a «los espirituales negros». Mas no se sumerge en las convicciones personales. Estas pertenecen al mundo sensible, interior e intimo de las personas y las respeta. 
No. Boris Vian en «La Espuma de los días» critica magistralmente a la religión- institución, mediante una boda y un entierro. Durante la boda, la Iglesia se afana en conseguir dinero. En el entierro el propio Jesucristo cobra vida y pregunta al personaje el porqué de no haber dado más dinero para el entierro. 
Es la crítica a una institución, no a una creencia. Y lo hace con un humor desigual, entre lo irónico y lo absurdo de lo real- irreal. 

Denuncia el culto a la cultura y al ego de la personalidad que es reverenciada como culta, a través del personaje de Jean-Sol Partre. ¿Quién de nosotros no sufre, o ha sufrido en algún momento, el hartazgo de las doctas opiniones de los «sabios oficiales»? 

Os propongo abandonar los prejuicios durante la lectura de «La Espuma de los días», tal vez escuchar el piano del ragtime y las bandas ambulantes de Boris Van os otorgue un estado de idílica espontaneidad. 

Sí, como el jazz, tal vez Boris Van pretendió no ser leído por indicación de los sapientes, no ser copiado ni afamado, tal vez quiso producir un efecto de implicación- interpretación, distinto en todos y en cada uno de aquellos que se acercaran a la novela...  

¡Os deseo que os impliquéis en la espuma de vuestros días! 

¡Somos los intérpretes de los mejores blues de nuestras vidas! 





LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 



 «A medio camino entre la fantasía surreal y la novela, La espuma de los días es un relato brillante y cargado de imaginación que narra dos historias de amor paralelas y el final de los sueños y la inocencia. Envueltos en las nubes irreales de su amor, los protagonistas dan la espalda al mundo real, que no obstante, no tardará en llegar a buscarles. Y las consecuencias de la exposición a la frialdad de la realidad sobre su amor no tardarán en salir a la luz. Repleta de fantasía y humor, página tras página La espuma de los días es una novela amena y profunda al tiempo, cargada de connotaciones que trascienden a su, en principio, ingenua pulsión. Está escrita con la brillantez de la fantasía y la inspiración, de manera efectiva y divertida». http://www.lecturalia.com/libro/24781/la-espuma-de-los-dias 


 «El lector que se introduce en esta novela se encuentra directamente enfrentado al juego de las inversiones que subyace en la intención global: en un universo absurdo y extraño, el narrador presenta a un personaje particularmente banal e indefinido, por lo que el resumen también aparecerá como superficial. La novela se centra en el personaje de Colin, que "cuenta con una fortuna suficiente para vivir convenientemente sin trabajar para otros"; un amigo llamado Chick, que no tiene esa suerte, ya que al ser ingeniero, es muy pobre (¡al contrario que los obreros!). El tercer personaje masculino es el cocinero de Colin, Nicolás, que se enamorará de Isis, una amiga de Colin. Un día, Chick conocerá a Alise, una chica pariente de Nicolás. Colin, celoso, también quiere conocer a una chica y se enamora de Chloé tras una fiesta. Se casa con ella y regala parte de su dinero a Chick para que se case con Alise. Chloé enferma: le crece un nenúfar en el pulmón. Para curarla, Colin le compra flores y la envía a la montaña. Cuando regresa, ya no está el nenúfar, pero sólo puede utilizar uno de los pulmones. Colin busca un trabajo para poder comprar flores, pero entonces Chloé vuelve a enfermar, le afecta al otro pulmón. Su casa se va empequeñeciendo y es cada vez más triste y oscura, a pesar de los desvelos de su pequeño ratón gris con bigote negro para que todo quede como estaba. Como Chick ama más a Partre que a Alise, ésta mata al filósofo con "El arrancacorazones", nombre que Vian utilizará en su siguiente novela, y quema las librerías cercanas a su casa, pero muere entre llamas. Mientras tanto, la policía mata a Chick por no pagar los impuestos. Chloé muere y tiene que ser enterrada como los pobres. Colin, decepcionado y triste piensa en el suicidio...» http://www.lecturalia.com/libro/24781/la-espuma-de-los-dias

domingo, 23 de abril de 2017

EL FÚTBOL A SOL Y SOMBRA de Eduardo Galeano



¿Qué tal un partido de fútbol de puño y letra? Sí, ya sé que soy lega en la materia y que os estoy invitando sin conocimiento de causa. Pero algunos de vosotros sois concienzudos conocedores de este deporte e hinchas muy documentados. Y, además, si vamos al estadio con Eduardo Galeano y su "Fútbol a sol y sombra" (1995), nadie saldrá ileso. 

Tuve ocasión de comprobarlo en Uruguay, hace ya algunos años, y fui hincha "celeste" sin tener ni idea. Sí, sí, me contagié de ese «nosotros» de los hinchas y tragué el veneno de la derrota y el éxtasis de la victoria abrazada a desconocidos «nosotros», y durante aquellos minutos padecí una enfermedad, una enfermedad que remitió cuando la cancha quedó sumida en el vacío de la expectación pretérita. ¡Fue sublime! Porque, en efecto, no hay nada menos vacío que un estadio vacío... «El reino de la lealtad humana ejercida al aire libre» 

¿Aceptáis la invitación? ¡Pues adelante! ¡Nada de prejuicios! ¡Nada de violencia! ¡Rindamos homenaje al fútbol! «A esa música del cuerpo, fiesta de los ojos, y también una de las estructuras de poder y uno de los negocios más lucrativos del mundo». Negar este extremo sería necedad. 

No puedo, en esta ocasión, invitaros con recuerdos o apasionamientos técnicos. Alguna que otra vez he estado en un estadio de fútbol, pero para desquicio de los que lo vivís y lo conocéis y lo amáis, no se detuvo mi sensibilidad en el resultado ni en las jugadas... no supe. Y me quedé colgada de la policromía de la masa y del gregarismo, en la alegría de los unos frente al llanto de los otros... en el manicomio de los fanáticos, en la religión donde no hay ateos y en algunas otras cuestiones de pan y circo, que Galeano se encargó de aclararme. 

 Os pido disculpas a media voz. No debí aceptar tales invitaciones... ¿o tal vez sí...? La curiosidad siempre me traiciona. Ya os he adelantado (y algunos lo sabéis de sobra) que no tengo ni idea de fútbol. Sin embargo, el libro lo leí y me entusiasmó, me divertí y reflexioné, tanto como con otros libros de Galeano. Y en la cancha puedo llegar a sentir el "nosotros" del dorsal número 12. 

¡Por tanto, si tengo ocasión asisto a un partido de fútbol!  

Os paso el balón, porque hoy jugamos "nosotros", los números 12, con una jugada en forma de pregunta-respuesta que nos regala Galeano: 

«¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales...» 

 ¡Disfrutad de la jugada!  



LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 


«En este libro sorprendente, uno de los mejores escritores uruguayos actuales nos hace el regalo de una divertidísima historia del fútbol diseminada en cápsulas breves, en las que saltan cientos de anécdotas, recuerdos y consideraciones llenas de humor y de ironía. Desde la indumentaria de Zamora hasta la efedrina de Maradona, nada escapa a este hincha del Nacional que se da gusto contando chistes y recordando también los dramas y las tragedias del deporte más universal. Cuando era niño, Galeano quería ser jugador de fútbol, pero sólo jugaba bien, y hasta muy bien, mientras dormía. Uno de los libros más personales de su autor». http://www.lecturalia.com/libro/15001/el-futbol-a-sol-y-sombra 

HE SELECCIONADO ESTE CAPÍTULO

                                               EL HINCHA
 « El hincha una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio. Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno. 

Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. 

Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos. Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». 

Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música. 

Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. 

El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval».

viernes, 24 de marzo de 2017

LECCIONES DE LOS MAESTROS de George Steiner


Me adentré en la Primavera, hace unos días, disfrutando de la vida, viviéndola, pensándola y sonriéndole, naturalmente en buena compañía. Recorrimos lugares alegóricos y trepamos a las sabidurías y a los magisterios goyescos y cervantinos. Es sana costumbre hacer sencillas las cosas. Al cabo, en esas pequeñas cosas se hallan los maravillosos secretos que separan un mapa de un botín. 

 Por tanto hoy os invito a pasear, en volandas, por la inestabilidad, no solo meteorológica, de esta estación tan elogiada y ensalzada por poetas, cantautores, músicos, pintores y escritores. Os invito a una convulsión reflexiva. Y para ello me ha elegido (todo un honor para mí) George Steiner y sus «Lecciones de los Maestros» ( Siruela. 2004) 

 Os invito a entrar en el Delfos que me legaron mis Maestros. De tal modo que advertiréis que esa es la razón última por la que sigo jugando con las «cosas serias», a fin de vivir con plenitud y poder conocer sin fronteras ni apriorismos. 

 Este libro es «una reflexión sobre una dualidad que acompaña a la recepción de la tradición y de la cultura: la formada por el maestro y el discípulo. Lo que en principio se presenta como un ensayo de corte histórico va dando pie, en especial durante los primeros capítulos, a consideraciones muy pertinentes sobre el hermoso arte de enseñar». 

He sido afortunada, lo he de confesar, porque he tenido Maestros que no hubieran podido ni querido (por tratarse de un imposible) cobrar todo lo que me enseñaron. Porque lo que me transfirieron no tiene precio. ¡Sí, sí, las cosas importantes no tienen precio! «¿Cómo es posible pagar por la transmisión de sabiduría, de conocimiento, de doctrina ética o de axiomas lógicos? ¿Qué equivalencia monetaria o patrón de cambio se puede establecer entre la sagacidad humana y la entrega de la verdad, por una parte, y unos honorarios en metálico, por otra?» 

 «Para Steiner «La auténtica enseñanza es una vocación. Es una llamada». El maestro es, en tantas tradiciones, alguien que merece ser venerado, porque en sus manos está la capacidad de entregar a la siguiente generación un testimonio lleno de sentido. De ese modo, el maestro es tal no en virtud de un contrato o de un sueldo, sino por una verdadera vocación que, como el profeta, responde a la citación con un «¿Por qué me llamas, qué quieres que haga?» y que a menudo se interpreta como un peso, invariablemente como un gran encargo».

 Un Maestro es aquel «que pone una obsesión en el camino de sus alumnos». 

 ¡Así fueron mis Maestros! 

¡Disfrutad de la obsesión dentro de Delfos! 





 LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 

La última obra de George Steiner se titula Lecciones de los maestros —Siruela, Madrid, 200 —. Se trata de una reflexión sobre una dualidad que acompaña a la recepción de la tradición y de la cultura: la formada por el maestro y el discípulo. Lo que en principio se presenta como un ensayo de corte histórico va dando pie, en especial durante los primeros capítulos, a consideraciones muy pertinentes sobre el hermoso arte de enseñar. Como es lógico, el camino empieza con los griegos, y enseguida se centra en la posición de la sofística, la escuela en la que se dio por primera vez de un modo sistemático la presencia del maestro, la docencia como modo de vida y fuente de transmisión. 

Con los sofistas, como ya denunciaba Platón por boca de Sócrates, aparece el peligro de la corrupción: quien cobra por enseñar, ¿será capaz de seguir siendo independiente en la exposición de sus conocimientos, o acabará adaptando lo que dice a la complacencia inmediata de sus oyentes, es decir, de quienes le pagan? «¿Cómo es posible pagar por la transmisión de sabiduría, de conocimiento, de doctrina ética o de axiomas lógicos? ¿Qué equivalencia monetaria o patrón de cambio se puede establecer entre la sagacidad humana y la entrega de la verdad, por una parte, y unos honorarios en metálico, por otra?» (p. 23). Parece contradictorio que el maestro, iluminador del camino del discípulo, le pueda presentar factura. Eso es degradante, es risible. 

Señala Steiner que quizás haya que matizar: en el campo de las artes, de las artesanías, de los saberes técnicos, tiene sentido cobrar por enseñar, pues a fin de cuentas lo que se trata es de dotar de las destrezas precisas para ejercitar un oficio, un modo de desenvolverse en la vida, en el mundo del trabajo, mercado, negocio. Puede ocurrir así con la matemática aplicada, con la ejecución musical, aunque quizás no con su composición (¿escribió Bach lo que compuso por ser un asalariado? ¿Mozart para llenar un puchero? Parece que no). 

No sucede así en cambio con el material filosófico, ético o cognitivo. ¿Qué vale la reflexión kantiana sobre la síntesis a priori o la doctrina aristotélica del motor inmóvil? Cuando vemos a Wittgenstein alejarse camino de su cabaña noruega podemos intuir que la actividad del auténtico filósofo no tiene nada que ver con los índices de impacto de las revistas científicas, ni con la aplicación práctica (la patente) de (a modo de ejemplo) las investigaciones filosóficas. Aunque también se puede suponer que si no cobran es porque no lo necesitan, por estar cubiertos por el mecenazgo, por una institución que cuida de ellos, por la fortuna familiar (Steiner cita bajo este supuesto a Schopenhauer). 


Los hombres normales dependen en cambio de la mensualidad de la nómina, y por lo tanto deben enseñar bien en una universidad (con lo que supone de trabajo académico que asegura que se valore la propia tarea aunque suponga «renunciar al árbol verde de la vida»), bien en una escuela secundaria (impartiendo materias que no son las suyas, que no les interesan; con la atención puesta más en la disciplina que en el cultivo de la verdad; con la decepción repetida ante la apatía del alumnado o la violencia). De algo hay que vivir, aunque, ¿no supone la presencia de esa necesidad una traición al significado esencial de la tarea que se tiene entre manos? En este punto Steiner muestra toda la brillantez de su percepción sobre la labor del educador: «La auténtica enseñanza es una vocación. Es una llamada». El maestro es, en tantas tradiciones, alguien que merece ser venerado, porque en sus manos está la capacidad de entregar a la siguiente generación un testimonio lleno de sentido. De ese modo, el maestro es tal no en virtud de un contrato o de un sueldo, sino por una verdadera vocación que, como el profeta, responde a la citación con un «¿Por qué me llamas, qué quieres que haga?» (p. 25), y que a menudo se interpreta como un peso, invariablemente como un gran encargo. Ahora bien, el don supone responsabilidad: hay que hacer fructificar los propios talentos, más en la medida en que han sido recibidos no para el enaltecimiento propio sino con el fin de mejorar lo que nos rodea. En ese sentido se puede decir que un verdadero profesor ha tomado unos votos, ha ejecutado un juramento hipocrático, que le hace responsable de quienes pasen por su aula, por sus manos (como el alfarero forma el barro, él da formación a los alumnos), sin poder conformarse con las barreras propias de los horarios, convenios, rutinas y sueldos. ¿Decir esto es idealismo? Probablemente, pero esta vez avalado por Steiner (y por Sócrates, Platón, Séneca... hasta nuestros días). 

«Enseñar con seriedad es poner las manos en lo que tiene de más vital un ser humano. Es buscar acceso a la carne viva, a lo más íntimo de la integridad de un niño o de un adulto. U n maestro invade, irrumpe, puede arrasar con el fin de limpiar y reconstruir» (p. 26). A la contra, el falso maestro lleva a cabo una tarea devastadora, como la lleva la reducción utilitarista del saber (hacer cosas, ¿comprenderlas?, ¿comprenderse?), la mediocridad de miras o la desesperanza porque se supone que del mundo nada se puede cambiar, que así de mal está todo, y se piensa que llenar de ilusiones de conocimiento la cabeza de los jóvenes lleva a una corrupción mayor que la que consigue la presencia cotidiana de lo erótico, de lo gris, de la violencia. «La mala enseñanza es, casi literalmente, asesina y, metafóricamente, un pecado. Disminuye al alumno, reduce a la gris inanidad el motivo que se presenta. Instila en la sensibilidad del niño o del adulto el más corrosivo de los ácidos, el aburrimiento, el gas metano del hastío. Millones de personas han matado las matemáticas, la poesía, el pensamiento lógico con una enseñanza muerta y con la vengativa mediocridad, acaso subconsciente, de unos pedagogos frustrados» (p. 26). 

Lo desalentador del caso podría ser constatar cómo esta situación es lo corriente, la norma de conducta. Quizás haya más artistas geniales que maestros, que buenos profesores. Encima los primeros pueden llegar a contar con el reconocimiento de la sociedad, del mercado (centenario de Mozart, de Cervantes, Chaplin o Picasso). Los segundos realizan en cambio una tarea en la que no cae en la cuenta casi nadie: los padres quieren conocer las notas medias, no lo que han aprendido sus hijos; los adolescentes aceptan como debido a ellos, como algo natural, cualquier servicio, incluso el lujo impagable de la enseñanza viva; los colegas no es raro que se dejen llevar por la envidia o la murmuración; en fin, el mismo profesor cae en la apatía cansada de quien lleva demasiados años experimentando que se encuentra solo, o por su calidad docente le viene como reconocimiento el mayor de los horrores, un cargo de gestión o directivo, que le aparta de la tarea en la que precisamente había alcanzado esa infrecuente excelencia. Steiner no es optimista, si bien sabemos que no se aleja de la realidad: «La mayoría de aquellos a quienes confiamos a nuestros hijos en la enseñanza secundaria, a quienes acudimos en busca de guía y ejemplo, son unos sepultureros más o menos afables» (p. 27). No tienen pasión, no la transmiten, no la pretenden. Prefieren compartir la mediocridad, «no "abren Delfos" sino que lo cierran». 

Y sin embargo hay excepciones, y resulta que escondidos profesores o profesoras de enseñanzas medias, una promoción tras otra (aunque a veces el fracaso pueda ser total) logran que alguno de los muchachos o muchachas que pasan por sus manos despierten al don que poseen, que duerme en ellos. U n maestro es aquel «que pone una obsesión en el camino de sus alumnos», logrando transmitir la invitación a que piensen por sí mismos, a que afronten de verdad la vida desde la perspectiva de una personalidad propia, no masificada, «prestándoles un libro, quedándose después de clase, dispuestos a que vayan a buscarlos» y, yo añado, decididos a ir en su busca. En esta perspectiva la enseñanza se convierte en una vocación, en una realidad hermosa. Y la presencia de estas ideas basta para agradecer a George Steiner la publicación de su libro. JAVIER ARANGUREN Publicadoen Humanidades, Educación | discípulo | educación | enseñar | maestro | sabiduría July 2006 - Nueva Revista número 106 http://www.nuevarevista.net/articulos/lecciones-de-los-maestros
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