viernes, 22 de enero de 2016

EL PROCESO de Franz Kafka


Os invito a un agobio delirante dentro de un mundo enloquecido, no ya por injusto, que también, sino por tanta vanidad huérfana de entendederas. La invitación -que con toda seguridad es inoportuna-, consiste, en esencia, en dejarnos pensar, más allá de las fastuosas convicciones cargadas de una razón de pacotilla. 
Y para que esta invitación surta el efecto deseado: algún ápice de metamorfosis en nuestras ciertísimas ideas, miedos y afirmaciones, nadie mejor que Kafka y “El Proceso”, obra inacabada, como “Los esclavos” de Miguel Ángel... 

 En apariencia es una invitación a tomar arsénico. Pero no. Es una invitación a beber de nuestra propia medicina. Desde que la leí, en mi juventud, jamás ha dejado de procurarme agobio. Sí, esa forma que tiene la vida de atosigar más allá de lo previsible y que impresiona por sus numerosas capas hediondas y por la negrura de los mecanismos sociales, que caen a plomo sobre nosotros, y nos duelen. 

 El Proceso, como todos sabéis, cuenta la historia de Josef K. cuando una mañana se encuentra con la noticia de una acusación que recae sobre él y el subsiguiente juicio que le aguarda. Desde ese momento la vida del protagonista se centra en buscar los motivos y la defensa contra esa causa. Empresa que se antoja imposible, ya que no parece haber forma de averiguar de qué se le imputa… 

 Al igual que Josef K., estamos condenados y ninguno de nosotros  sabe de qué y por qué se nos acusa...Tal vez los dioses lo sepan, pero poco dicen los oráculos al respecto.

 ¡Os deseo que esta invitación os saque de esa inseguridad segura, en donde decimos habitar, y os lleve al desconcierto, un desconcierto tan etéreo como matemático! 





LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA

 "«Alguien debía de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana.» Así empieza esta obra maestra de la literatura que fue publicada por primera vez en 1925 por Max Brod partiendo de los manuscritos que dejó Franz Kafka. Josef K., el protagonista, es acusado de un delito que nunca llegará a conocer y se ve envuelto en una maraña de la que no podrá salir. 
Nadie sabe quién dirige los engranajes que propician la detención y el posterior proceso. La situación en la que se encuentra el protagonista, a pesar de ser aparentemente absurda, se nos hace muy verosímil. En la novela aparecen abogados, jueces, ujieres, guardianes... que, en conjunto, dan una imagen impactante de los mecanismos de la Ley y del Estado. 
En Josef K. irá creciendo un sentimiento de culpa que conllevará su sumisión ante el proceso y que dará lugar al inesperado final del libro... Las ilustraciones son del artista alemán Bengt Fosshag".
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