sábado, 11 de septiembre de 2010

BOMARZO de Manuel Mújica Lainez



¡El 11 de septiembre, a veces, también nos trae buenas noticias! Tal día como hoy en 1910 nació  en Argentina Manuel Mújica Lainez. Él es el autor de los relatos que llenaron de fantasía y de  detalles a la novela histórica. Me invitaron a conocer al autor de "Bomarzo" las palabras pronunciadas por un querido y admirado profesor durante una de sus disertaciones en la asignatura: Historia del Arte del Renacimiento. Eran aquellos tiempos de juventud, tiempos de mi condición de estudiante universitaria en donde tuve la fortuna de beber de la sabiduría de un reducido grupo de eruditos; eruditos, sin más pretensión que la de sentir el placer del conocimiento y contaminar a sus alumnos de esa enfermedad : la  pasión.
  ¿Qué os parece si damos un paseo por el Bosque de Bomarzo? ¿Al atardecer? ¡Fantástico! ¡Nos convertiremos en lémures entre la huída del día y el imperio de la noche! Allí continúa, viendo pasar los siglos, el Palacio de los Orsini; es una invitación que sé que os agrada. Al norte de Roma, en la región del Lazio, un noble de la familia Orsini creó un lugar casi ‘sagrado’, dedicado a su mujer, Guilia. El parque de los monstruos es un lugar mitológico, extraño, e imaginativo. Sus misterios aún no han sido del todo revelados. Pero esta invitación incluye, de manera ineludible, llevar en el baúl de nuestras vidas el gran relato de Mújica Lainez inspirado en esta familia. En absoluto somos turistas; somos habitantes de las entrañas de esta historia. La viviremos. Os invito a “Bomarzo”, página a página, disfrutad de la lujuria majestuosa de su lenguaje. Gozad de la contemplación del Renacimiento a través de una aventura en el sentido que nos propone Unamuno: “la novela es quizá la más veraz de la historias”.
Os propongo que nos dejemos hechizar por la visión poliédrica y ornamentada de su narrador: Pier Francesco Orsini- Duque de Bomarzo- y que nos abandonemos a la seducción de su personalidad contrahecha, hemos de abandonarnos allí donde residen sus negruras y sus resplandores.
Ya declina el día en el Bosque Sagrado de los Monstruos y comienza nuestra hazaña. La luna se oculta tras un tapiz de intrigas. Todo está dispuesto para que traspasemos el “túnel del tiempo”. Tan sólo con un cambio de indumentaria y algunos artefactos técnicos que hemos de olvidar nos podremos acomodar en el siglo XVI y en la Biblioteca del Palacio…

¡Os deseo una feliz estancia entre los Orsini!



Mújica Lainez (Argentina, 1910-1984 ) es un esteta del lenguaje un consagrado sabedor de las claves de la erudición. "Bomarzo" es una historia sobre el Renacimiento italiano narrada por un muerto: Pier Francesco Orsini, el noble jorobado que dio nombre a los famosos y extravagantes jardines italianos de Bomarzo.
"Bomarzo", la obra cumbre de Manuel Mújica Lainez, recrea la vida de un noble italiano del siglo XVI: el duque Pier Francesco Orsini, el "contrahecho, cínico e intrigante". Su drama se desarrolla en el ambiente trágico y sensual del Palacio Orsini y el célebre bosque de los monstruos de Bomarzo, próximos a la ciudad de Viterbo. Los numerosos personajes históricos, evocados por las confesiones del duque, componen un excelente fresco del Renacimiento italiano.
Con "Bomarzo", Mújica Lainez emprende una nueva etapa de obras eruditas insertadas en el mundo de lo fantástico y siguiendo las pautas estrictas de la novela histórica. Es una novela escrita, pensada y sentida de un modo manierista.
Hoy mismo, se inaugura en Buenos Aires, con motivo del centenario de su nacimiento, la muestra "Manuel Mújica Lainez. Bajo la lupa 1910-2010" " en ella se exhibirán retratos y fotos del escritor con reconocidos colegas como Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo, Gabriela Mistral y Bioy Casares, e imágenes de su casa en las sierras argentinas de Córdoba,
Algunos de los libros que escribieron renombrados autores con dedicatorias para Mujica Lainez (1910-1984) también formarán parte de la muestra en homenaje al novelista que permanecerá hasta el próximo 18 de octubre en el Museo de Arte Español "Enrique Larreta" en la capital argentina.
Los objetos que se exhibirán en la muestra pertenecen a la "Fundación Manuel Mújica Lainez", que tiene su sede en la casa-museo del escritor, una mansión de estilo español situada a cien kilómetros de la ciudad de Córdoba.
En "El Paraíso", Mújica Lainez pasó los últimos quince años de su vida y atesoró miles de objetos, en los que, según decía, confiaba más que en las personas."Bomarzo", inspiró una opera al argentino Alberto Ginastera". Que se estrenó en Estados Unidos ya que fue prohibida por la dictadura argentina. 
¡ "La muestra", con motivo del centenario del nacimiento del autor de la novela, a la que hoy os invito, es una deliciosa excusa( para aquellos que necesitan excusas) para viajar a Buenos Aires! Es una hermosa oportunidad para convertir unos días de nuestra vida en tango y hacernos con una barra de buenos amigos.
Asimismo, y tras notificaros este evento,  he seleccionado algunos fragmento de novela con los que espero que vuestra estancia entre los Orsini sea inolvidable.

Vine al mundo en tiempos de violencia. Ese año de 1512, el viejo Julio II, el papa terrible, infatigable…( Pág, 6 )

No le importaba ( a mi padre ) que yo hubiera nacido el mismo día que Miguel Ángel Buonarotti; que mi horóscopo fuera más extraño que el del maestro; más extraño y rico también que los del emperador Augusto, Carlos Quinto y el futuro gran duque Cosme, quienes contaban con la singularidad del Capricornio ascendente, muy apreciada por los especialistas…( Pág, 6)

No hay que olvidar, por supuesto —me gustaría vindicar a mi adorada abuela—,que las bases sobre las cuales se asentaba la conducta en aquella época eran muy distintas de las de hoy, y que lo que hoy es condenable no lo era en el siglo XVI. Así, por ejemplo, mi padre, mis abuelos y mis bisabuelos habían sido condottieri. Los condottieri comerciaban con la guerra como otros comercian con el trigo… (…)Los cuentos de mi abuela Diana que me fascinaban más hondamente eran los que aludían a los orígenes de mi clan…( Pág, 11)

Creo que ha llegado el momento de que aborde el tema que hasta ahora he eludido y que por principal debí tratar al comienzo de estas memorias. Me refiero al tema de mi físico. Lo revelaré en seguida, de un golpe, sin perífrasis, aunque me cueste, me duela hacerlo. Allá va: cuando nací, el Esculapio hogareño que tuvo a su cargo la tarea de facilitar mi ingreso en el mundo destacó una anomalía en mi espalda, provocada por la corvadura y desviación de mi columna vertebral hacia el lado izquierdo. Luego, al crecer y definirse mi cuerpo, se tuvo la certidumbre de que aquello era una giba, corcova, joroba,llámesela como se la quiera llamar —ya lo he dicho, ya lo he dicho—,
deformación a la cual se sumó otra, en la pierna derecha, que me obligó a arrastrarla levemente y que el Esculapio en cuestión no pudo advertir en el primer instante.
Quienes han escrito sobre mí, con áulica retórica, silenciaron esos defectos prudentemente. Si los detallo es porque ellos contribuyen a explicar mi carácter y porque se trata de algo para mí esencialísimo …( Pág, 14)

En los sentimientos que evoco hay que rastrear las raíces de mi entusiasmo,compartido con tanta gente de la época, por los testimonios de la antigüedad clásica. En esos sentimientos también, como aclararé más tarde, se afirma la paradoja del Sacro Bosque de los Monstruos que inventé en Bomarzo. Mis contemporáneos del Renacimiento fueron hacia los nobles vestigios de las culturas anteriores, movidos por el mimetismo helénico e imperial que caracterizó a aquel tiempo; por el afán de saber y de establecer los cánones de la exacta hermosura formal que difundieron griegos y romanos; o simplemente por la ambición aristocrática de poseer obras únicas y codiciadas. Yo lo hice por razones más complejas…( Pág, 15)

El desdén que mi padre evidenció hacia mí, desde que se convenció de su impotencia para corregir mi cuerpo contrahecho, fue tan vehemente como el amor que me demostró mi abuela. Gian Corrado Orsini no se resignaba a tener un hijo jorobado, y en lugar de contribuir a que yo olvidara mis imperfecciones, o por lo menos a que las tuviera menos presentes y sacudiera mi pesadilla, no cesaba de recordármelas y enrostrármelas, despiadadamente, con una mueca, con un rápido parpadeo, con un disgustado encoger de hombros, cuando la casualidad nos enfrentaba en uno de los salones de Bomarzo o de Roma. Por eso yo lo rehuía, por eso me alegraba tanto cuando escuchaba, en los patios de una de nuestras casas, los rumores de apresto que preludiaban su partida para una expedición guerrera. Decepcionado, irritado,ese hombre agresivo de quien se cuchicheaban en Bomarzo tantas ferocidades y sinrazones, proclamaba constantemente que él no tenía más que dos hijos:Girolamo, el futuro duque, y Maerbale, a quien pensaba dedicar a la Iglesia, con ayuda de su suegro, el cardenal…( Pág, 16 )

Un día, oculto detrás de un tapiz, lo oí debatir con mi abuelo el problema que mi presencia avivaba a cada instante. Gritaban como poseídos.
Enrostraban la responsabilidad decadente de mi hechura a las respectivas ramas de los Orsini a las cuales pertenecían.
Gian Corrado barbotó, mesándose la barba:
—Nosotros jamás hemos traído al mundo engendros como ése. Parece cosa del Demonio. O de la puerca infidelidad. Si no fuera por la veneración que merece la memoria de Clarice, pensaría que la madre de Pier Francesco me fue desleal, quien sabe con quién... con uno de esos desgraciados Gonzaga,  jorobados de padre en hijo, que espantaron a Mantua con su horror de esperpentos...(Pág, 19 )

Lo más doloroso de todo lo que voy exponiendo como una materia vergonzosa y vil, es que yo los hubiera querido, yo los hubiera adorado a Maerbale y a Girolamo, como adoré a mi abuela. Hubiera adorado al cardenal y al condottiero. Los necesitaba; los necesitaba terriblemente, como necesitaba de los osos invisibles que me protegían en Bomarzo durante mis caminatas nocturnas. Pero me rechazaron, me humillaron. Y el resentimiento creció dentro de mí como una planta negra nutrida con hiel. Gerolamo Cardano apunta en las páginas de De Subtilitate, que los jorobados son los más viciosos de los hombres, porque el error de la naturaleza envuelve su corazón. No es cierto. A mí me atacaron y me defendí. Me odiaron y odié. Pero ansié delirantemente hasta las lágrimas, que me amaran…( Pág, 21)

No es difícil, dado su carácter, que mi padre lo incorporara a sus preciosos escritos, por burla. El miniado diseño era muy hermoso. Las imágenes alegóricas de Marte, de Venus y de Saturno se entrelazaban con las líneas que correlacionaban las influencias de los astros, sobre letras hebreas. A un lado, mi padre había escrito: “Los monstruos no mueren.” Permanecí largo tiempo, tal vez horas, delante de los pliegos. El duque anterior se había propuesto desheredarme por indigno, recurriendo para ello a la autoridad del Sumo Pontífice, que nuestra tradición güelfa acataba como infalible, lo mismo en lo material que en lo espiritual. ¿Por qué, entonces, no había regresado a Bomarzo, después de la muerte de Girolamo? ¿Se habría arrepentido? ¿Habría postergado, semana a semana, la vuelta que acarrearía mi destrucción? En lugar de desesperarme, me alegró esa prueba final de su odio,que refirmaba tantos indicios anteriores. Ni el fantasma de Girolamo ahogado en el Tíber, ni el de mi padre, vagando sin rostro por las cuadras del castillo, podían inquietarme ya. Al contrario, aquellas dos cartas me infundían ánimos para cumplir algo tan único que borraría sus memorias y que mostraría a los hombres sorprendidos de qué era capaz Pier Francesco Orsini. Encendí fuego en la chimenea y quemé los documentos. ¿Qué me importaba la docena de rústicos que Gian Corrado me había dado por hermanos adulterinos?, ¿qué me importaban las cartas con las cuales se había pretendido despojarme de lo mío, de ese Bomarzo que era más mío que de ningún otro? La fogata creció, devorando miserias. Corté cuidadosamente la inscripción que mi padre había añadido al horóscopo y la arroje al fuego…( Pág, 152-153 )

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