jueves, 29 de julio de 2010

EL INFORME DE BRODECK de Philippe Claudel



Philippe Claudel, nació en Francia en 1962, ya era un autor conocido para mí desde 2005 por su obra: "Almas Grises". Después en 2008 cuando se estrena la primera película escrita y dirigida por el propio Claudel: "Hace mucho que te quiero", descubro una faceta más del autor francés, como creador, que me fascina. Pero la orgía de toda su obra, el más allá de todo lo que conocía de él llega con la publicación de: "El informe de Brodeck". Hoy, lo traigo a esta Sala de Lectura para compartir con todos vosotros algunos de sus múltiples matices.
¡Os invito a una copa del mejor vino de la cosecha de Claudel!

La lectura de El Informe de Brodeck es tan intensa, que llega a doler. Es la reconquista de la narrativa que actúa como espejo de lo que los hombres somos capaces de soportar. Una narrativa donde la trama es el pretexto para confesar las miserias y grandezas de nuestra condición. “Hay horas en que todo es de una belleza insoportable, una belleza que parece tan inabarcable y tan dulce sólo para subrayar la fealdad de nuestra condición…” ( pág. 225)

El andamiaje de la novela se sustenta en el silencio, la venganza, la crueldad, la soledad y el miedo. También el amor, con mayúsculas, circunda este laberinto humano. Toda una arquitectura donde Claudel cincela pensamientos sin desligarse del argumento “Qué extraña es la vida del hombre…Una vez metido en ella, a menudo te preguntas qué haces aquí. Puede que sea precisamente por eso que algunos, un poco más listos que los demás, se limitan a entreabrir la puerta, justo para echar un vistazo y, al ver lo que hay dentro, les entran ganas de cerrarla.
Puede que tengan razón…”. ( pág. 137)

En un pueblo perdido entre montañas- un año después de la Segunda Guerra Mundial- Der Anderer, —el Otro, en alemán—, ha sido asesinado en la fonda del pueblo y todos los hombres de la localidad callan. Brodeck, el protagonista, es el único que no está presente. Pero el azar lo lleva al lugar donde se fragua el silencio del crimen y el alcalde lo obliga a elaborar un “informe” para esclarecer los hechos (que de ningún modo han de ser esclarecidos) “Mientras me lo repetía, comprendí hasta que punto era peligroso, porque, en el fondo, ser inocente entre culpables es igual que ser culpable entre inocentes…” ( pág.67)

Era el único habitante que pasó por la Universidad y por el campo de concentración, que dieron por muerto y seguía vivo. Era un extranjero, un marginado en el mismo pueblo de su infancia que le ayudó a forjarse un futuro mejor. Ahora era un condenado, un proscrito al que se castiga con un muro de silencio. “El miedo había cambiado de bando…” ( pág.105)

Todas las noches en el cobertizo teclea en su máquina de escribir- y se descubre escribiendo su propia vida -…” cuando pienso en mi vida, me parece una botella en la que han querido meter más de lo que cabía…” ( pág.178)- ( con el pretexto del “informe”) y es vigilado por todos, hasta la asfixia, que transmite al lector con sus costumbres lentas y sus reservas eternas. “Pero en este mundo es mejor no tener la razón. De lo contrario, te lo hacen pagar caro…” (pág. 245)

Cuando regresó al pueblo hombres y mujeres se convirtieron en muchedumbre. … “la muchedumbre en sí es un monstruo…” “…no hay muchedumbre feliz…” ( pág. 156)

La novela no pierde ocasión para dar respuesta a tanto desatino, unas veces culpa a Dios y otras al hambre, que hace monstruos y confunde las mentes. Al primero, le pregunta si tiene algo que ver en la conformación maligna de la naturaleza humana. “…El creador les ha soplado la receta…” ( pág. 178). Después responde a la ignorancia.
“… No olvides que lo que siempre triunfa es la ignorancia, Brocker, no el saber…”

Pero Brocker, en la grandeza del personaje, es capaz de amar apasionadamente, casi al límite de la ingenuidad. Lo que le otorga una ilusión por la vida absolutamente hermosa. A su hija Poupchette a pesar de las condiciones de su paternidad. “…Te digo que eres mi suerte y mi perdón. Te digo, mi Poupchette, que eres toda mi vida…”
Y el ser capaz de amar y de sentir esperanza en un mundo desalmado es algo que no se perdona. Nos castigan por ello.

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