lunes, 21 de septiembre de 2015

84, CHARING CROSS ROAD de Helene Hanff


Ahora que mi biblioteca está padeciendo una profunda enajenación, os invito a participar en un pequeño homenaje. ¿Aceptáis? Gracias. Tal vez este hecho la sane más que cualquier nostalgia, evocación o anhelo. Y es que, inexorablemente, Gutenberg va camino de la guillotina. Se derrumba ante nuestros ojos -que apenas miran de soslayo-, esa letra impresa envuelta en encuadernaciones bellas, reclamando caricias de tiempo y saber. Sí, del mismo modo que se derrumban los imperios. 

Para ese pequeño homenaje, he elegido la librería que estuvo situada en el 84 de Charing Cross Road. Librería enigmática que desapareció como un presagio. Y es que para aquellos que, además de leerlos, olemos los libros y los admiramos como piezas de museo, hallando un placer inexplicable en ello, una librería es un lugar sagrado. Ocupa en nuestras vidas un espacio, como el que viene a ocupar el mapa, siempre enigmático, de un pirata en pos de su tesoro. Porque a la postre en ellas, en las librerías, existen tesoros: los libros. 

Se forjan amistades en torno a este modus vivendi, como la que estableció durante 20 años Helene Hanff, con los empleados y los dueños de la librería situada en el 84, de Charing Cross Road. Amistades epistolares en forma de inquietud y premura, en donde hallar la edición con la que sueñas, se convierte, a su vez, para el librero en una apasionante labor detectivesca. Y para el lector: en una noche de magia que espera al día como quien espera a Papá Noel o a los Magos de Oriente. 
Sí, no todo está dentro de los libros, que también. Su envoltura, como en los regalos, los convierte en joyas. Separarte de ellos se asemeja a una amputación. Porque estar rodeada de su verbo, de su algarabía, te abriga de cualquier adversidad, de cualquier maleficio. Te procura una suerte de soledad multitudinaria. 

Ojalá que no confundamos valor y precio. Ojalá que la virtualidad, con su inmediatez y arrebato, conquiste su espacio sin ocupar ni invadir aquel otro espacio: el de una biblioteca con sus anaqueles y su desorden ordenado, al antojo del dueño. 

 Y dado que de nada sirve abandonarse a la añoranza, no añoremos… 

 ¡Tengamos siempre un libro muy cerca de nuestras manos y de nuestro corazón! 


LO QUE SE HA ESCRITO ACERCA DE LA OBRA 

"En octubre de 1949, Helene Hanff, una joven escritora desconocida, envía una carta desde Nueva York a Marks & Co., la librería situada en el 84 de Charing Cross Road, en Londres. Apasionada, maniática, extravagante y muchas veces sin un duro, la señorita Hanff le reclama al librero Frank Doel volúmenes poco menos que inencontrables que apaciguarán su insaciable sed de descubrimientos. Veinte años más tarde, continúan escribiéndose, y la familiaridad se ha convertido en una intimidad casi amorosa. Esta correspondencia excéntrica y llena de encanto es una pequeña joya que evoca, con infinita delicadeza, el lugar que ocupan en nuestra vida los libros... y las librerías. 84, Charing Cross Road pasó casi inadvertido en el momento de su publicación, pero desde la década de los setenta se ha convertido en un verdadero libro de culto a ambos lados del Atlántico". Anagrama.

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