martes, 26 de febrero de 2013

UN SOMBRERO LLENO DE CEREZAS de Oriana Fallaci


Tengo más de cien motivos, o tal vez sean más de cien mentiras... No importa. Lo esencial es que, a pesar de tener una memoria desmemoriada, tengo un recuerdo, un olvido y un porvenir, y este inmenso bagaje me hace confesar, con alegría, que: ¡he vivido y que vivo! 

 Tal día como hoy, en un invierno italiano, llegó a mí Oriana Fallaci, y desde aquel entonces se me hizo imprescindible leerla. Hoy, para mí, es uno de esos días en el que la vida se pone a vivir como si no hubiera un mañana. 

E , irremediablemente, trato de amarrarme a su cenit sin importarme la latitud, las retahílas de los noticieros, ni los partes meteorológicos. Entre otros argumentos, que sería tedioso esgrimir, porque no tienen argumento, y, además, son muy aburridos. Obedecen a razones que están inscritas en la sinrazón, en el vacío de la monótona existencia y en las patrullas de sueños a medio soñar, que producen insomnios falsificados y comedías sin risa. Así que hoy apartaré de mí todas esas patrañas, y me lo tomaré como si fuera fiesta de guardar. 

 Por todo ello, he pensado invitaros a contemplar los almendros en flor junto a Oriana Fallaci, una de las escritoras más leídas y amadas del mundo. También os invito a una tarta de cerezas y a mirar, sin ver, los horizontes miopes. 
 Os invito a vivir en la Toscana. Allí donde el Arno preside el destino de la belleza. Una belleza que se pone el mundo por montera siglo a siglo. 
Porque, ya se sabe, que cada siglo viene cargado de una sarta de motivos que se encargan, a su vez, de ajusticiar, sin remilgos, todo lo que se le antoja. Y es que hoy, es uno de esos días en que los AJUSTICIADOS tomaran la palabra. Y lo harán con una voz insinuante..., a quemarropa. 

 Así pues os regalo una de mis novelas preferidas: "Un sombrero lleno de cerezas" de Oriana Falaci (Florencia, 1929-2006) Que así comienza: «Entonces, cuando el futuro se había vuelto muy corto y se me escapaba de entre los dedos con la inexorabilidad con que cae la arena en una clepsidra, me sorprendía con frecuencia pensando en el pasado de mi existencia: buscando allí las respuestas con las que sería justo morir. Por qué había nacido, por qué había vivido, y quién o qué había plasmado el mosaico de personas que, desde un lejano día de verano, constituía mi yo" 


"Una fascinante saga que nos llevará desde el último tercio del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX y que nos regalará un retablo de personajes inolvidables que pueblan la Italia revolucionaria de Napoleón, Mazzini, Garibaldi, o Víctor Manuel II. Viviremos las vidas de Carlo que quería plantar vides y olivos en la Virginia de Thomas Jefferson; Francesco, marino y negrero; Giovanni, soldado, revolucionario y obsesivamente enamorado de Teresa; Giobatta, aspirante a escultor y que acabó participando como voluntario en la tremenda batalla de Curtatone y Montanara. Y es también la historia de mujeres tan indómitas como Caterina quien, para que su futuro esposo Carlo Fallaci pueda identificarla, acude a la feria de Rosìa con un sombrero lleno de cerezas y con la única esperanza de que el hombre que la despose, la ha de enseñar a leer y a escribir" 

 "Un sombrero lleno de cerezas" es una delicia que esperaba el momento de ser degustada, degustada por un paladar capaz de amar el coraje. Sí, el coraje de saber acerca de nuestros antepasados, y con ellos, saber de las vicisitudes que dieron lugar a nuestro nacimiento. Con la prosa directa, viva y sensible de Oriana Fallaci he pasado momentos inolvidables... Y hasta aquí puedo leer. 
¡Adentraos en el alma de Caterina, con su valentía, su tesón, su desobediencia y su veneración por la hereje Ildebranda. Irrumpir en el empeño de Francesco por vivir a cualquier precio. Disfrutad de la sonrisa de Giobatta y de su curiosidad... 

 ¡ Disfrutad de la maravilla de haber nacido! 



Os he seleccionado algunos fragmentos:

 " porque el inquisidor de Siena, para que le resultase más fácil su tarea, había ideado un método ideado por Torquemada..." Pág, 64.

 " Pero si existía algo en el mundo con lo que Caterina siempre había soñado, algo que anhelaba de forma angustiosa, era saber leer y escribir..." Pág, 73.

 " los abecedarios son la antesala de los libros. Los libros son una amenaza para la virtud. Y la virtud crece con la ignorancia" Pág, 91.

 " En el segundo local, en cambio, podías encontrar una exquisita pareja besándose, el grupo conocido como: Amor y Armonía y una fiesta de jubilosas estatuas que hacían que te dieran ganas de gritar: " Viva la Vida"... Pág, 380.

 " Hay cosas que no pasan en vano por un alma en flor. Para bien o para mal, dejan una huella, una marca. Pero, con todo, lo singular de aquella adolescencia no radica en los acontecimientos extraordinarios que la marcaron, en las excepcionales experiencias que la enriquecieron. Radica en una paradoja de la que aún no he hablado. Es esta: pese al erotismo del tutú y el acoso de los moscones, pese a las novelas prohibidas..." Pág, 577

 "No se dio cuenta a tiempo porque quien ama ciegamente confía en que la persona amada corresponda a su amor..." Pág 775
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