lunes, 6 de diciembre de 2010

ESPAÑA INVERTEBRADA de José Ortega y Gasset


Hoy os invito a meditar con Ortega y Gasset (1883-1955) y con su “España invertebrada”; esta invitación es un deleite para quien os la propone y deseo que también lo sea para quienes se acercan a la lectura por estos mares literarios.
En esta ocasión tomaremos fragmentos de prólogos a sus múltiples ediciones y también fragmentos de la propia obra. Será un "buffet libre". La obra la leí hace muchos años y la he vuelto a leer y releer otras tantas veces para intentar, sin sectarismos, y desde mi vocación histórica y filosófica dar “algún sentido” a este reino en donde nací. El Reino de España. En dos ocasiones República. Hoy Reino.
“España Invertebrada”, es un boceto de un “ensayo de ensayo”, publicado en 1922 que se construye con los artículos que el diario “El Sol” venía editando desde 1920. Lo que siempre me ha estremecido de esta gran obra es su actualidad. No es necesario que os manifieste que Ortega es para mí el pensador por antonomasia. Hombre cabal de inteligencia preclara. Un intelectual, no un esforzado hombre del saber para conseguir méritos académicos. En todo momento he hallado en sus obras matices nuevos y  proféticos. 
Con la lectura de " España Invertebrada" siempre  he entendido, más y mejor, el porqué  de los fantasmas que nos mantienen encarcelados en actitudes impropias de un  Reino con vocación de modernidad. He llegado a explicarme, en un concilio de hechos innegables, que  siglo a siglo- desde la Edad Media- nos hemos deconstruido y es por ello, que hoy somos lo que somos: una España invertebrada. 

Os deseo que este "buffet libre" os lleve a “repensar” Os conduzca lejos del inmovilismo de “pensar  que lo que pensamos es lo único y lo verdadero”. Porque lo más probable es que ya lo hayan pensado otros antes que nosotros.


“España, España, España,
Dos mil años de historia no acabaron de hacerte...”
Eugenio de Nora, “Canto”.

“…España una nace así en la mente de Castilla, no como una intuición de algo real –España no era, en realidad, una-, sino como un ideal esquema de algo realizable, un proyecto incitador de voluntades, un mañana imaginario capaz de disciplinar el hoy y de orientarlo, a la manera que el blanco atrae la flecha y tiende el arco. NO de otra suerte, los codos en su mesa del hombre de negocios, inventa Cecil Rodees la idea de Rhodesia: un imperio que podía ser creado en la entraña salvaje del África. Cuando la tradicional política de Castilla logró conquistar para sus fines el espíritu claro, penetrante, de Fernando el Católico, todo se hizo posible. La genial vulpeja aragonesa comprendió que Castilla tenía razón, que era preciso domeñar la hosquedad de sus paisanos e incorporarse a una España mayor. Sus pensamientos de alto vuelo sólo podían ser ejecutados desde Castilla, porque solo en ella encontraban nativa resonancia. Entonces se logra la unidad española; mas ¿para qué, con que fin, bajo que ideas ondeadas como banderas incitantes? ¿Para vivir juntos, para sentarse en torno al fuego central, a la vera unos de otros, como viejas sibilantes en invierno?Todo lo contrario. La unión se hace para lanzar la energía española a los cuatro vientos, para inundar el planeta, para crear un Imperio aún más amplio. La unidad de España se hace para esto y por esto. La vaga imagen de tales empresas es una palpitación de horizontes que atrae, sugestiona e incita a la unión, que funde los temperamentos antagónicos en un bloque compacto. Para quien tiene buen oído histórico, no es dudoso que la unidad española fue, ante todo y sobre todo, la unificación de las dos grandes políticas internacionales que a la sazón había en la península: la de Castilla, hacia África y el centro de Europa; la de Aragón hacia el Mediterráneo. El resultado fue, que por vez primera en la historia, se idea una Weltpolitik: la unidad española fue hecha para intentarla” ( Pág, 33)

“…Yo siento mucho no coincidir con el pacifismo contemporáneo en su antipatía hacia la fuerza; sin ella no habría habido nada de lo que más nos importa en el pasado, y si la excluimos del porvenir sólo podremos imaginar una humanidad caótica. Pero también es cierto que con sólo la fuerza no se ha hecho nunca cosa que merezca la pena…( Pág, 28)”

“…Lo que la gente piensa y dice –la opinión pública- es siempre respetable, pero casi nunca expresa con rigor sus verdaderos sentimientos. La queja del enfermo no es el nombre de su enfermedad. El cardíaco suele quejarse de todo su cuerpo menos de su víscera cordial. A lo mejor nos duele la cabeza, y lo que tienen que curarnos es el hígado. Medicina y política, cuanto mejores son, más se parecen al método de Ollendorf.” ( Pág, 37)

“…El propósito de este ensayo es corregir la desviación en la puntería del pensamiento político al uso, que busca el mal radical del catalanismo y el bizcaitarrismo en Cataluña y en Vizcaya, cuando no es allí donde se encuentra. ¿Dónde, pues? Para mi esto no ofrece duda: cuando una sociedad se consume víctima del particularismo, puede siempre afirmarse que el primero en mostrarse particularista fue precisamente el Poder central. Y esto es lo que ha pasado en España. Castilla ha hecho a España y Castilla la ha deshecho” ( Pág, 38)

“…Pues bien: la vida social española ofrece en nuestros días un extremado ejemplo de este atroz particularismo. Hoy es España, más bien que una nación, una serie de compartimentos estancos.
Se dice que los políticos no se preocupan del resto del país. Esto, que es verdad, es, sin embargo, injusto porque parece atribuir exclusivamente a los políticos pareja despreocupación. La verdad es que si para los políticos no existe el resto del país, para el resto del país existen mucho menos los políticos. Y ¿qué acontece dentro de ese resto no político de la nación? ¿Es que el militar se preocupa del industrial, del intelectual, del agricultor, del obrero? Y lo mismo debe decirse del aristócrata, del industrial o del obrero respecto a las demás clases sociales. Vive cada gremio herméticamente cerrado dentro de sí mismo. No siente la menor curiosidad por lo que acaece en el recinto de los demás. Ruedan los unos sobre los otros como orbes estelares que se ignoran mutuamente. Polarizado cada cual en sus tópicos gremiales, no tiene ni noticia de los que rigen el alma del grupo vecino. Ideas, emociones, valores creados dentro de un núcleo profesional o de una clase, no trascienden lo más mínimo a las restantes. El esfuerzo titánico que se ejerce en un punto del volumen social no es transmitido, ni obtiene repercusión unos metros más allá, y muere donde nace. Difícil será imaginar una sociedad menos elástica que la nuestra; es decir, difícil será imaginar un conglomerado humano que sea menos una sociedad. Podemos decir de toda España lo que Calderón decía de Madrid en una de sus comedias:

Está una pared aquí
de la otra más distante
que Valladolid de Gante” ( Pág, 44).

“…La enfermedad española es, por malaventura, más grave que la susodicha “inmoralidad pública”. Peor que tener una enfermedad es ser una enfermedad. Que una sociedad sea inmoral, tenga o contenga inmoralidad, es grave; pero que una sociedad no sea una sociedad, es mucho más grave. Pues bien: éste es nuestro caso. La sociedad española se está disociando desde hace largo tiempo porque tiene infeccionada la raíz misma de la actividad socializadora.
El hecho primario social no es la mera reunión de unos cuantos hombres, sino la articulación que en ese ayuntamiento se produce inmediatamente. El hecho primario social es la organización en dirigidos y directores de un montón humano. Esto supone en unos cierta capacidad para dirigir; en otros cierta facilidad íntima para dejarse dirigir. En suma, donde no hay una minoría que actúa sobre una masa colectiva, y una masa que sabe aceptar el influjo de una minoría, no hay sociedad, o se está muy cerca de que no la haya. Pues bien, En España vivimos hoy entregados al imperio de las masas. Los miopes no lo creen así porque, en efecto, no ven los motines en las calles ni asaltos a los Bancos y ministerios.
Pero esa revolución callejera significaría solo el aspecto político que toma, a veces, el imperio de una masa social determinada: la proletaria(…) Dondequiera asistimos al deprimente espectáculo de que los peores, que son los más, se revuelven frenéticamente contra los mejores.¿Cómo va a haber organización en la política española, si no la hay ni siquiera en las conversaciones? España se arrastra invertebrada, no ya en su política, sino, lo que es más hondo y sustantivo que la política, en la convivencia social misma. De esta manera no podrá funcionar mecanismo alguno de los que integran la máquina pública. Hoy se parará una institución, mañana otra, hasta que sobrevenga el definitivo colapso histórico.
Ni habrá ruta posible para salir de tal situación, porque negándose la masa a lo que es su biológica misión, esto es, a seguir a los mejores, no aceptará ni escuchará las opiniones de éstos, y solo triunfarán en el ambiente colectivo las opiniones de la masa, siempre inconexas, desacertadas y pueriles.(Pág, 57,58)

“…Si ahora tornamos los ojos a la realidad española, fácilmente descubriremos en ella un atroz paisaje saturado de indocilidad y sobremanera exento de ejemplaridad. Por una extraña y trágica perversión del instinto encargado de las valoraciones, el pueblo español, desde hace siglos, detesta todo hombre ejemplar, o, cuando menos está ciego para sus cualidades excelentes. Cuando se deja conmover por alguien, se trata, casi invariablemente, de algún personaje ruin e inferior que se pone al servicio de los instintos multitudinarios. (Pág, 67)


“…En España ha llegado a triunfar en absoluto el más chabacano aburguesamiento. Lo mismo en las clases elevadas que en las ínfimas rigen indiscutidas e indiscutibles normas de una atroz trivialidad, de un devastador filisteísmo. Es curioso presenciar cómo en todo instante y ocasión la masa de los torpes aplasta cualquier intento de mayor fineza. (Pág, 83,84)

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